Período califal, segunda mitad del s. X

 

Seda natural, teñida con colorantes naturales como quermes y granza: rojo; índigo (hierba pastel): azul; bayas persas: amarillo verdoso; bayas persas e índigo: verde claro; índigo y taninos: verde oscuro; e hilos entorchados de oro u oropel, (oro 96,5 % y plata 3,5 %), enrollados o entorchados sobre un hilo de seda llamado alma; técnica de tapiz. 19 x 23 cm.

Telar equipado de 4 lizos y 4 pedales; urdimbre seda (hilos verticales) densidad entre 36/45 hilos por cm.; trama seda y oropel (hilos horizontales transversales) entre 21 y 33 pasadas por cm.

 

Procedencia: Córdoba, tiraz o taller real?

 

Instituto Valencia de don Juan, Madrid, (Nº inv. 2071)


 

Esta franja tejida con técnica de tapicería muy fina, fue posiblemente realizada en el tiraz o taller real establecido en Córdoba con el emir Abderrahman II (822-852) según cuenta Ibn Idari, (Levi Provençal, 1975), al estilo de la corte de Bagdad. Está considerada como la mejor obra de tapiz llegada hasta nosotros, por la belleza de su diseño unido a la calidad de los hilos de oro, seda y a la destreza empleada en su ejecución. La pieza tendría una serie de medallones enlazados, de los que se conserva uno casi completo y parte de la orla que enmarcaría el siguiente por la derecha. En el centro del medallón conservado vemos un pavón de perfil, o una pava real en color blanco bordeado de azul oscuro, sobre fondo dorado. Dentro del medallón también hay dos palmetas de perfil con un cogollito central. Una orla circular sirve de marco y está decorada con flores califales terminadas en triángulos, unas con dobles discos en la base y las otras con tallos que se curvan, de cuyas bases surgen los tallos que unen unas con otras, contrapuestas, variando de forma y colores. Los intersticios se llenan de cintas con perlas, que crean mitades de estrellas de ocho puntas y elementos florales de tipo califal de la época de al-Hakam II, como en el mihrab de la mezquita de Córdoba, sobre fondo de oro, como las flores de cuatro pétalos inscritas en un cuadrado, de las que aparecen sólo la mitad, y flores de doble disco en la base, unas completas y otras partidas. De las cenefas que enmarcarían los medallones se conserva un fragmento de una de ellas en la parte superior, donde vemos una flor de cuatro pétalos esquemática, y otros motivos geometrizados sobre carmesí.

 

La franja ha sido llamada del Pirineo por su procedencia de una iglesia del Pirineo, que muy probablemente pudo ser la catedral de Roda de Isábena (Huesca), pues es el único lugar del Pirineo donde se han encontrado fragmentos de tapicería califal similar en cuanto a calidad técnica, en la mitra de san Valero de dicha catedral (Partearroyo, 1992, pp. 224-225). Está tejida con una técnica de tapiz muy tupida, con urdimbres de seda blanca muy retorcida en sentido Z, y ligadas por las tramas, unas de seda de colores con ligera torsión en Z y las otras de hilos de oropel o membrana de piel dorada cortada en finísimas tiras que se enrollan en torno a un hilo de seda llamado alma, también con torsión Z, en una secuencia de dos-dos-una-una-dos-dos. La técnica es muy regular, con tramas perpendiculares a la urdimbre y resulta más consistente que en la conocida franja o tiraz de Hisam II (976-1013) de la Real Academia de la Historia, que es mucho más fina, casi transparente, así como el tiraz de Coll (Huesca) y la técnica de tapiz con la que están realizados, es mucho más floja y con tramas oblicuas como en los tejidos egipcios fatimíes de tradición copta.

 

Esta franja del Instituto, sirvió como guarnición a otra pieza, quizá un paño de tapicería con decoración de medallones circulares con pavones y cuadrúpedos de perfil en su interior y enmarcados por dos cenefas en las zonas superior e inferior, con decoraciones de flores estilizadas y cintas perladas.

 

Shepherd señalaba que este tipo de paños de tapicería respondían a un programa iconográfico relacionado, igual que en los marfiles con representaciones figurativas cortesanas, con un carácter simbólico, como escenas del Paraíso islámico, tales como la caza o el banquete celestial, acompañadas de leones, grifos, pavones, águilas, etc., como símbolos del poder de la realeza, para quien se realizaban estas obras suntuarias. Otras piezas similares en cuanto a técnica, estilo y colorido son el tejido que formaba la bolsita de reliquias en la catedral de León; los fragmentos citados de la mitra de San Valero en Roda de Isábena (Huesca); el fragmento del Burgo de Osma (Soria); y otro en la catedral de Sens, fechándose en los años finales del siglo X o principios del XI y realizados en talleres de tiraz cordobeses de fines del Califato. Ibn Hawkal, en el siglo X, compara a Córdoba con Bagdad y dice que “en Córdoba hacen excelentes trajes y mantos de suave lino y de seda” que eran tejidos para el Califa y también para regalos diplomáticos y para sus cortesanos con motivo de las principales fiestas, y además añade que “eran llevados estos productos a Egipto y a los lejanos límites del Khorasan” (Serjeant, 1872). Estos textiles que salieron de los talleres andalusíes, paradójicamente se usaron luego para servir de indumentaria civil o religiosa en la España cristiana y a veces posteriormente se transformaron en sudarios de personajes de la realeza, la nobleza y la iglesia, o frecuentemente en envoltorios de reliquias tan en boga en la Edad Media, y se preservaron la mayor parte durante siglos en el ámbito eclesiástico.o.

 

Alí. 2012, pp. 446-449; Azuar, 1992, pp. 238- 240; Bernis, 1954, pp. 204-205; Borrego, 2005, pp. 81-86 f. 9; Casamar, 1980-1981, pp. 203-213; García, 1970, pp. 43- 53; Gómez Moreno, 1951, f. 404, p. 347; Helmecke, 2004, pp. 195-202, fig. 7; Holod, 1992, pp. 192-200; García, 1967; Serjeant, 1872, pp.165-169; Iglesias, 1989, p. 12; Viguera y Corriente, 1987; Niño, 1942, p. 20; Partearroyo, 1992, pp. 224-225;id.,1993, p. 218;id., 2002, pp. 67- 82; id., 2007, pp. 210-212; Shepherd, 1978, pp. 11- 134; Torres Balbás, 1949, p. 786.

 

CPL