Biografía

Nació Carlos Mancha en la pedanía de La Raya el 17 de agosto de 1827, en una casa del marqués de Montealegre, de la que su padre era administrador - si bien más tarde pasaría a ser secretario del Instituto Provincial -. Tras sus primeros estudios en Murcia se trasladó a Madrid para ingresar en la casi recién estrenada Escuela Especial de Arquitectura, en el curso de 1846, donde fue condiscípulo de José María Marín Baldo quien, en alguno de sus escritos, recordaba a su compañero como alguien afable e imaginativo que solía realizar juegos malabares en las reuniones festivas de compañeros y profesores. Tras superar sus pruebas de examen Mancha obtuvo el título de Maestro de Arquitectura en 1854.

Sus primeros trabajos estuvieron más relacionados con la ingeniería ya que, tras presentarse y obtener una plaza como ayudante de Obras Públicas, fue encargado de las obras de la carretera Cartagena-Albacete a las órdenes del ingeniero Almazán. Antes de vincularse a la ciudad de Cartagena, donde ejerció prácticamente toda su labor profesional, realizó algunos proyectos en la ciudad de Murcia.  Junto a José Pascual trabajó en el diseño del techo del Teatro Romea. También junto a Pascual y junto a Wals trazó un retablo, ya desaparecido, para el altar mayor de la catedral de estilo gótico alemán, en madera dorada y policromada.

En 1856 obtuvo la plaza, primero interina y poco después titular, de Arquitecto Municipal de Cartagena. Y en la ciudad portuaria fijó su residencia y vida, participando pronto de la burguesía de la ciudad, siendo Hermano Mayor de la Cofradía California formó parte de la sociedad cartagenera mas pudiente, con los Aznar Butigieg, los Pedreño o los Spottorno, familias para las que trabajó también como arquitecto particular.

Fue académico de la Academia de San Fernando, también miembro de la Sociedad Económica de Amigos del País de Cartagena, Murcia y Zaragoza y miembro dela Comisión Especial de Monumentos. Además de arquitecto municipal lo fue del Parque de Artillería, de los Establecimientos de Beneficencia, de la empresa del Ferrocarril de Mediodía y de la Comandancia de Carabineros.

En 1877 terminó su cargo de arquitecto municipal y pasó a ser Consultor. Falleció en Cartagena en 1888.

Obras

Teniendo en cuenta que la Escuela de Arquitectura de Madrid había comenzado su andadura en 1844, Mancha fue, junto a Marín Baldo, el primer arquitecto murciano que pudo estudiar bajo nuevas premisas la arquitectura. Estas nuevas premisas teóricas tendrían como primer efecto dejar atrás las imposiciones de la Academia, abandonar la rigidez que conocemos como academicismo.

La Escuela de Arquitectura madrileña no podía olvidar el Neoclasicismo en el que basaba la enseñanza de su teoría arquitectónica, pero el romanticismo se iba abriendo paso en el arte, así como cierto italianismo. Carlos Mancha se decantó estéticamente por el espíritu greco romano en sus diseños, aunque la mayor parte de ellos eran edificios de viviendas familiares para la pequeña burguesía cartagenera y solían responder a modelos bastante repetidos en la época en toda la Península: fachadas de ladrillo divididas en pisos con breves cornisamientos de piedra, balconadas con miradores, y remates con grandes cornisas y pretiles con barandillas de hierro entre machones.

Fue en las viviendas particulares de la alta burguesía de Cartagena donde Mancha pudo desarrollar ideas algo más ornamentadas. Destacan las casas Cascciaro, Spottorno, Moreno, Valarino o Pedreño, siendo esta última uno de los edificios más destacados de la ciudad de Cartagena. En la Casa Pedreño, industrial que alcanzaría en esta época de gran ascenso de las economías del sur murciano un puesto muy relevante, el arquitecto pudo plantear su visión más ecléctica de las líneas arquitectónicas. Mancha pudo realizar tres fachadas de un edificio de tres plantas con un bajo muy diferenciado de los dos pisos superiores. Una curiosa mezcla de arcos de medio punto y rebajados, grandes balcones de piedra sobre ménsulas labradas, vanos adintelados con ménsulas y  frontones, y kylis griegos decorando las balaustradas. Carlos Mancha debió desplegar en este edificio todo lo que él consideraba gran arquitectura, una mezcla ecléctica, más allá de los modelos algo repetidos de los edificios de viviendas que no dejó de construir o las viviendas particulares en fincas rurales en Cartagena o Totana.

Pese a que Mancha murió relativamente joven, su vida profesional incluyó también proyectos de obras públicas, con la adecuación de diversas calles en la ciudad portuaria, arquitectura industrial, trazas de cementerios y panteones, y alguna que otra arquitectura efímera para la celebración de días festivos, como un arco de triunfo en 1876 para recibir a las tropas carlistas que volvían del frente.