Lo tardoantiguo, en términos históricos occidentales, es lo que sigue al declive del imperio romano. Ya a finales del siglo II las zonas urbanas como Carthago Nova se van abandonando, la población se distribuye por perímetros urbanos, como las grandes villas como la Villa de la Quintilla (Lorca), Villa del Alamillo o la de Villaricos en Mula, o se localiza en cerros, como Begastri, La Almagra o el cerro del castillo de Lorca. Desde el punto de vista económico el siglo IV permite una reactivación gracias a la industria de la salazón, la línea costera murciana fue testigo de este crecimiento, incluso las termas de Águilas pasaron a ser una fábrica de envases de cerámica.

Murcia conserva dos muestras de la arquitectura tardoantigua muy significativas: el martyrium de La Alberca y la Basílica de Algezares. La importancia del Martyrium de La Alberca radica, no sólo en su valor arquitectónico, sino en el contexto histórico que lo habría producido: la cristianización de lo ámbitos rurales del sudeste peninsular.

Este martyria, sería un edificio rectangular con ábside, de mampostería y opus spicatum, de dos pisos y cripta, cubierto con una bóveda de cañón cuyos gruesos muros estarían reforzados al exterior con contrafuertes; decorado con mosaicos de piedra y vidrio que no se conservan por haber sido expoliados quizá en siglos pasados. Alrededor de este martirya existiría una villa, probablemente de algún personaje relevante de la nobleza bajorromana de la época, alguien que pudiera haber costeado las obras de este mausoleo.

Cerca del Martyrium otro edificio paleocristiano: la Basilica de Algezares. De entre los siglos IV y VI la planta basilical, de nave central y dos naves laterales, queda bien dibujada en planta, al igual que el baptisterio de uno de sus lados, probablemente una piscina para bautismo con inmersión. Entre los restos materiales de esta basílica se pudieron recuperar basas, fustes y capiteles de columnas y unos interesantes fragmentos de celosías que han podido reproducir ventanales pétreos claramente vinculados a las expresiones plásticas prerrománicas

En 2006, se descubrió no muy lejos de esta zona lo que podrían ser los restos de un atrium de una construcción de tipo aúlico con atrio y sala de ceremonias, edificio que podría haber estado relacionada con la Basílica. Teniendo técnicas constructivas y materiales  muy parecidos, poner en valor estos dos edificios como parte de un complejo eclesial no es del todo baladí.

Más conocidos y estudiados, mejor conservados, son los restos de la antigua ciudad de Begastri,  sede episcopal desde el 633 al 688. Las excavaciones arqueológicas sistemáticas han podido establecer una cronología amplia de ocupación, siendo los edificios de entre los siglos VI y VII los que la habrían configurado como ciudad prerománica cuya estética sería similar a los edificios de época visigodos conocidos en el norte peninsular. El edificio de la basílica sería el más destacable de esta pequeña ciudad fortificada. Plantas cuadrangulares de muros gruesos reforzados con contrafuertes, vanos escasos y no muy grandes, un ambiente menos luminoso que el concebido por la arquitectura romana, inevitable ante la irrupción de nuevos  modelos llegados de Oriente y una religiosidad nueva.