Monumento al minero cerca del Mercado [Folclore_Cantes Mineros]
Monumento al minero cerca del Mercado

El importante papel de la taberna y el café cantante

Los cantes mineros se cocinaron en los cafés cantantes de las cuencas mineras del sureste peninsular. En estos locales se reunían cada tarde los trabajadores, tras las interminables horas bajo el cielo de las minas. Se generaba el cante que elevaba en forma de queja y de protesta el sufrimiento y tragedia mineras.

Fue en estos lugares donde el flamenco se desarrolló y popularizó, llegando a profesionalizarse gracias al esfuerzo por superarse en los tablaos que se levantaban en el interior de las tabernas. La difusión que adquirieron los cafés cantantes consiguió hacer llegar esta expresión artística a un gran número de público, abandonando la tradicional demarcación territorial vinculada exclusivamente al ámbito andaluz para expandirse más allá de estas fronteras.

Se acudía para tomar un trago a la vez que se asistía a un recital, bien de cante, de toque, o de baile, puramente flamencos. Solían contar con un amplio salón decorado con espejos y carteles de toros, levantándose un tablao junto al espacio reservado para el público. Alí subirían grandes voces y figuras que deleitarían a los presentes. 

La popularidad que llegaron a adquirir estos espacios resultó decisiva para la difusión de un arte que hasta entonces continuaba siendo demasiado minoritario. Prueba de ello son los dieciséis cafés cantantes que existían hacia mediados del pasado siglo en la Calle Mayor de La Unión. Se cuenta que algunos de ellos permanecían abiertos días y noches enteras, confluyendo entre música y alcohol la unión de cante, mina y taberna.

Desarrollo y evolución del folclore autóctono a partir del fandango y el influjo andaluz

Indudable resulta el influjo andaluz en el surgimiento de los Cantes Mineros. Beben precisamente del flamenco que llega desde esta zona del sur peninsular, y nacen del fandango y el folclore local.

Los trabajadores que arribaban hasta las minas murcianas no sólo traían consigo sus familias sino también sus expresiones culturales y tradiciones. Sin embargo, no por ello deja de ser cierto que el Cante Minero del sureste peninsular tiene un color propio y diferenciado del Cante Andaluz.

Se ha expresado que los cantes mineros existen gracias al “mestizaje cultural y humano” desarrollado a partir de la vida en común de murcianos y almerienses, principalmente, fomentada por el desarrollo minero.

La base de un sustrato social bajo resulta común entre el flamenco andaluz y los Cantes Mineros. Pero la actitud pasiva, fatalista e individual que acompaña a los flamencos andaluces difiere del colectivismo que toma en el mundo minero este argumento de su folclore. Los obreros mineros poseen conciencia de pertenecer a un mismo grupo social, y no se conforman con una queja muda ante el mundo que les rodea, sino que sus lamentos también adquieren un tono de reivindicación que marca una pauta en su carácter principal.

Los cantes mineros integrados dentro de la cultura flamenca se convierten en un espacio etno-sociológico que pone voz y música a la historia social.

Los cantaores se convierten en cronistas de su entorno, relatando los aconteceres de la vida cotidiana.