Ángeles Gabaldón en el Festival del Cante [Folclore_Cantes Mineros]
Ángeles Gabaldón en el Festival del Cante

Nombres emblemáticos

A la hora de profundizar en esta peculiar forma del folclore murciano hay que atender a sus protagonistas para entender la verdad del universo del cante.

Son muchos los cantaores que identifican y personalizan el cante minero en la Región de Murcia y que, autóctonos o no, le dan su razón de ser.

Los cafés cantantes de la Sierra Minera comenzaron a llenarse de figuras que difundían sus voces y analizaban sus estructuras hasta llegar a conformar los Cantes de las Minas que hoy se conocen.

De los primeros momentos suenan nombres tan emblemáticos como Pedro “El Morato”, “El Pajarito”, Gabriela, Paco “El Herrero”, Enrique el de los Vidales, José “El Panocha”, “El Pechinela”, “El Patillas”, “El Recobero”, “La Roja”, Pepe “El Marmolista”, Antonio “El Porcelana”, etc.

También merecen mención especial aquellas mujeres pioneras que supieron abrirse un hueco en el mundo del cante. Así destacan Concha la de la Peñaranda, África Vázquez, Emilia Giménez “La Rubia”, María “La Murciana” o “La Calandria”.

Rescatando a dos de los que más influencia han tenido en la comarca cartagenera, y en la configuración actual de los Cantes Mineros, están “Rojo El Alpargatero” y Antonio Chacón. Ellos son los principales precursores de este arte, y los que probablemente más hayan contribuido a su desarrollo y difusión.

“Rojo El Alpargatero”, el padre del Cante Minero

“Rojo” por su pelo y “Alpargatero” por el oficio familiar, Antonio Grau Mora es considerado en la zona de La Unión y Cartagena el padre del Cante Minero.

Fue en el año 1885 cuando se instala en La Unión comenzando su periplo como cantaor y abriendo algunas posadas donde empezaron a reunirse lo más destacado del cante de esta parte de la Región murciana.

Se ha dicho que “Rojo El Alpargatero” contribuyó más que ningún otro a la conformación de los estilos mineros actuales.

Fueron muchos los que atraídos por el encanto de La Unión llegaron hasta aquí bajo la mano de “El Rojo”, como por ejemplo el famoso Juan Díaz Abad “Chilares”.

La notable influencia de algunas figuras como el mítico “Perico Sopas”, su primer maestro, se dejaron sentir en los cantes de este personaje.

Su hijo, Antonio Grau Daucet, continuó las enseñanzas de su padre inculcándolas a hombres como Antonio Piñana, e inaugurando así una nueva generación de cantaores mineros.

Antonio Chacón, maestro de muchos y cantaor histórico

Fue Chacón quien, en contacto con otras figuras del flamenco como el antes citado Antonio Grau, estructuraría las formas de los Cantes Mineros.

Nacido en 1869 en Jerez de la Frontera en el seno de una familia humilde empezó desde muy joven a aficionarse por el cante, obteniendo sus primeros sueldos actuando en bautizos, y ganándose desde el principio la admiración de sus vecinos.

Viajó por toda Andalucía desplegando sus conocimientos y rodeándose de las mejores figuras del cante del flamenco de las que se irá nutriendo. Su fama iría creciendo hasta el punto de que desbancó a muchos artistas de prestigio reconocido. Se dice que Chacón transformó el vestuario de los cantaores, dándoles una mayor elegancia. Comienza a desplegarse por los cafés y escenarios de otras ciudades españolas, llegando a actuar en 1914 en el teatro de San Martín de Buenos Aires. También cantó para aristócratas, reyes y otras personalidades de renombre en la España de principios de siglo.

La relación de Antonio Chacón con La Unión comienza cuando en Málaga conoce a “El Rojo” y éste le invita a viajar hasta la ciudad murciana. Aquí fue donde sentó cátedra convirtiéndose en el maestro de muchos y destacándose como uno de los más grandes y completos cantaores de toda la historia. Entre sus discípulos puede citarse a Manuel Torre, “El Cojo de Málaga”, Manuel Vallejo o Pepe Marchena.

Los dones de este conocido cantaor radican tanto en su dominio y conocimiento del flamenco y su técnica como en la emotividad de sus versos. Ha sido uno de los mayores defensores y difusores del arte flamenco y a ello se le debe el gran reconocimiento que se le profesa entre los aficionados.

De toda la labor que lleva acabo Antonio Chacón se desprende para muchos la mayor aportación artística que jamás se haya realizado al flamenco, dejando un legado de estupendas tonás, malagueñas que llevan su sello, la media granaina que él mismo impuso o la cartagenera, cante minero al que otorga un estilo propio.