A principios del siglo XVII se va imponiendo un nuevo estilo que comienza a sobresalir en todas las grandes urbes europeas y se desarrolla en todas las artes. Se comenzó a utilizar la palabra barroco mucho después de que esta nueva estética se impusiera, con distintos matices, por todo el continente europeo e incluso colonias. El Barroco aglutina el estilo posterior al Renacimiento, las nuevas soluciones arquitectónicas e incluso urbanas, los nuevos gustos en la pintura y la escultura y las tendencias musicales.

     Para Murcia el barroco supuso una renovación de la arquitectura, el desarrollo casi industrial de artes decorativas, la aparición de figuras relevantes de la pintura y un concepto muy particular de la escultura, recreada en la imaginería y con autores tan significativos como Salzillo.

     La ciudad de Murcia, gracias a la bondad económica y algunas insignes figuras políticas, vio renovada prácticamente la totalidad de su arquitectura. El clero y las órdenes religiosas, representadas de una manera significativa en la ciudad, pudieron reedificar templos y monasterios e incluso crear otros de nueva planta. A los edificios religiosos se sumaron otros civiles y algunos planteamientos urbanos que hicieron que las antiguas fronteras medievales se vieran ampliadas progresivamente.

     El elemento religioso determinó la pintura y la escultura, especialmente esta última que tuvo en la imaginería religiosa su casi único exponente. La pintura se desarrolló a un nivel que en época renacentista había dejado escasos ejemplos de factura diversa pero muy anclados en conceptos prerrenacentistas y favoreció la aparición de figuras internacionales como la de Pedro Orrente.

Sacra Cantero Mancebo