Retazos de una historia lejana, testigos impasibles de hechos que calaron profundamente en la forma de ser de un pueblo y cuyas consecuencias aún perduran en estos días, son tan sólo ejemplos de todo lo que, a través de 270 piezas de incalculable valor, hemos podido contemplar en La Ciudad en lo Alto.

     La exposición, que ha tenido una excelente acogida por parte del público –más de 100.000 visitantes han acudido a Caravaca de la Cruz para disfrutar de una parte muy significativa de nuestro legado–, constituye un claro ejemplo de la línea de trabajo que se ha trazado la Fundación Cajamurcia y que tiene un doble propósito: restaurar el patrimonio histórico-artístico de la Región y hacer que éste se conozca no sólo entre los murcianos sino más allá de nuestras fronteras. Unos objetivos que han quedado perfectamente integrados en el llamado proyecto Huellas, que esta institución inició con la magna exposición que, bajo el mismo título, se exhibió durante seis meses en la Catedral de Murcia.

     El texto que ahora le presentamos, La mirada que habla, no pretende sino atrapar en sus páginas todo lo que ha representado La Ciudad en lo Alto, con la férrea voluntad de que estos pedazos de historia perduren en la memoria, recordando todo lo que de bueno enseñó esta exposición. Se trata, por otro lado, de un sutil intento de lograr que el espectador, ahora lector, no quede impasible ante estos objetos que se le muestran, sino que, de algún modo, inicie el diálogo que lleve hasta el entendimiento de un pasado que, pese a ser remoto, sigue estando vigente porque nos hizo como somos y nos dio lo que tenemos.


Juan Roca Guillamón

Presidente de la Caja de Ahorros de Murcia



Logo Fundación Cajamurcia

Logo Proyecto Huellas