Se trata de un hecho indiscutible que el cine, prácticamente desde su aparición en la Región, fue un elemento inseparable del ocio. Este hecho fue especialmente notorio en la década de los años 30, con la consolidación del cine como pasatiempo popular frente a los espectaculos teatrales y con la llegada del cine sonoro, que supone una nueva dimensión en el lenguaje cinematográfico.

     Llegados a este punto, donde la cultura audiovisual comienza a rivalizar con la derivada de otras actividades como la lectura o la música, nace un nuevo tipo de espectador. Éste conoce muchos de los mecanismos de la industria, es admirador de los actores y actrices y, en definitiva, se encuentra muy cerca de lo que hoy en día entendemos por cinéfilo.

     Probablemente sea ésta la razón de la creación de los cine-clubs, o asociaciones para la proyección, el estudio y la discusión de las películas. También es la promotora de la creación de diferentes actividades de formación en los ámbitos de la crítica y realización cinematográfica.

     El último paso en esta búsqueda de conocimientos sobre este nuevo arte nos llega por medio de esfuerzos institucionales, último signo de la importancia del cine como valor cultural, que supone la creación de institutos del cine y filmotecas. En la Región de Murcia, desde abril de 2004, la Filmoteca Regional Francisco Rabal representa los esfuerzos anteriores de llevar el cine a sus habitantes y de conservar para ellos el patrimonio fílmico, que se reconoce como un preciado valor cultural y artístico.