Poeta joven, poesía de juventud

En los poetas de vidas malogradas es imposible descifrar como hubiera sido la maduración del estilo, o como la vida habría transformado los temas tratados. En aquellos poetas que mueren jóvenes la obra legada ha de servir para componer el todo, aún sabiendo que es sólo una parte.

Vicente Ruiz, tal vez consciente de esta merma, lo suple doblando la intensidad de sus sentimientos. Su enfermedad era conocida en la época como incurable y mortal de necesidad. Con dieciséis años le diagnostican el mal y el poeta decide no amilanarse y, de algún modo, condensar en sus versos la obra de toda una vida.

La lucha por la vida

Los temas en la poesía de Ruiz no están cargados de pesimismo y tragedia, como cabría esperar en un condenado, sino que hay esperanza y disfrute; el amor discurre por sus versos con un impulso tremendamente vital.

Para un poeta que ha bebido en las fuentes de los románticos Espronceda y Bécquer, la muerte no es una enemiga, sino compañera del viaje de la vida, a veces hasta una amante con la que se flirtea. Como rezan sus versos:

¿Si toda la vida es sueño,
y la muerte es despertar,
llora el hombre por llorar;
el porvenir es risueño,
el no ser es halagüeño;
y, siguiéndose esta suerte
el dolor más triste y fuerte
puede hasta darnos la vida,
al lanzarnos, homicida,
en los brazos de la muerte¿.

Este poema resume una filosofía claramente positiva, llena de afanes por superar los obstáculos y no amedrentarse; su obra es por tanto un estandarte de lucha y coraje sin límites.