Hortus II negro
Hortus II negro
Pedro Cano

    El artista en sus primeros años se inspira en la observación directa de la naturaleza, hecho que le es descubierto por la pintora valenciana Amparo Benaches. Así pues, el motivo principal de sus primeras obras son el paisaje murciano, concretamente la huerta y el río Segura. En estas obras ya se atisba la importancia que adquiere en él la captación de la luz, de la atmósfera. Su pueblo natal, Blanca, se le presenta al pintor como una fuente inagotable de inspiración. El pintor recoge de su huerto toda clase de frutas, limones, granadas,..., así como también flores, tales como lirios, rosas, gladiolos, hortensias y así un sinfín de tipos que va plasmando en sus lienzos con gran maestría.

    Más tarde, en 1965 cuando ingresa en la Escuela de Bellas Artes de San Fernando de Madrid se convierten en sus guías sus profesores Antonio López, Juan Barjola y Rafael Martínez Díaz. Pero principalmente, heredó de Antonio López el poder de evocar a través de la representación de lo mundano. Durante estos años en Madrid, Cano visitaba a menudo el Museo del Prado, donde quedó especialmente impresionado por Velázquez, tal como indica Edward J. Sullivan, que señala: " la base esencial de las obras de Cano ha sido la habilidad que poseía Velázquez de 'capturar las evanescentes cualidades de espacio, luz y aire' y hace una comparación entre los dibujos de Villa Adriana de Cano y la Villa Médici de Velázquez". (SULLIVAN, Edward J., 'Jornadas', Meadows Museum, Dallas, ottobre 1988).

    En 1969 comienza su segundo periodo de formación, en este caso, en la Academia Española de Bellas Artes en Roma, y será allí, en la ciudad eterna, donde Pedro Cano entre en contacto con la pintura romana y fundamentalmente del renacimiento italiano y en menor grado del barroco. Concretamente, Cano se ve influenciado por la pintura del renacimiento, sobre todo en el estudio de la perspectiva, los escorzos, es decir, en las leyes de la composición, en general. Pero es Piero, Mantegna, Ucello y , fundamentalmente, la pintura parietal romana lo que estudia y le sirve de inspiración.

    En 1976, el artista realizaría un viaje a América Latina, y a partir de ese momento, le sucederían muchos más, a lugares tan dispares como, Siria, Jordania, Libia, el Yemen o Egipto. El viaje se le presenta a Pedro Cano como otra opción de inspiración frente a la de quedarse en su estudio. Para él sus viajes, son casi imprescindibles, ya que remueven su espíritu y le sugieren nuevas ideas. No obstante, el artista no concibe sus viajes como el trámite obligado para ilustrarse, sino que forman parte de su sistema de vida, es su forma de ver el mundo. Cano ha aprendido a vivir en viaje, su vida es un viaje.

    Por otro lado, el pintor se inspira en los informalismos, en la pintura matérica, en los nuevos modos de representación, en los nuevos lenguajes visuales, como el cine.

    De la historia más o menos reciente toma sus temas, todo esto lo recoge en sus bocetos, en sus cuadernos, en su obra en general. Continuamente experimenta nuevos lenguajes, nuevas, técnicas, nuevas iconografías y vuelve una y otra vez a revisar la vida, la historia y el arte y en ellos se inspira una y otra vez. Sin embargo, su personalidad artística permanece inalterable.