Durante su dilatada carrera profesional Fernando Díaz de Mendoza recibió innumerables elogios de la prensa especializada. Para muchos críticos el aristócrata murciano fue el mejor actor de español de teatro de principios del siglo XX. En los medios de comunicación de la época se pueden leer algunos comentarios muy significativos.

LA ILUSTRACIÓN ARTÍSTICA, JULIO DE 1898

    Hay muchos cómicos en España; pero generalmente hablando suelen ser muy malos. Y lo son porque no reciben educación artística ninguna. El Conservatorio no nos da ningún actor; los que se dedican a la escena lo hacen por su propia cuenta, sin estudios, sin costumbres, se van haciendo actores poco a poco. Proceden en su mayoría de clases humildes, y por eso sólo hacen bien los personajes populares. Es muy raro que una persona de familia distinguida se dedique al teatro. Y así sucede que cuando llega el novel actor tiene, además de una educación esmerada y una cultura aprendida, el talento necesario para interpretar las obras que se le confían, su éxito es seguro, y el aplauso del público, constante y esto es lo que sucede con Fernando Díaz de Mendoza.

REVISTA NUEVO MUNDO, DICIEMBRE DE 1903

    Fernando Díaz de Mendoza es hoy Primer Actor del Teatro Español, que ocupa ese puesto (el primero de la escena española) con estricta justicia, y que en él brilla como astro de primera magnitud. Queda formulado su mayor elogio, demostrándose al mismo tiempo que su talento privilegiado, lo que pueden una voluntad firme, un espíritu infatigable y una constancia a toda prueba.

LA ILUSTRACIÓN ESPAÑOLA Y AMERICANA, FEBRERO DE 1906

    La perseverancia en el trabajo y las delicadas exquisiteces de su temperamento, hacen de Fernando Díaz de Mendoza un actor dotado de rara flexibilidad para traducir los más antagónicos sentimientos: elegante, vehemente a ratos, irresistible y genial. El sarcasmo lo expresa con un borbollón de risa fría ''que no suena''; la hipocresía y el disimulo, recogiendo la barbilla, estirando los labios, humillando los ojos. Su dicción irreprochable y la cortesana urbanidad de sus ademanes, las acredita la acabada perfección con las que interpreta las joyas de nuestro teatro clásico.

EL ARTE DEL TEATRO, FEBRERO DE 1907

    Cuando Fernando Díaz de Mendoza se dedicó de lleno a la profesión agonizaba en España el arte dramático. El antiguo Corral de la Pacheca se encontraba desierto. El personal esfuerzo de ilustres comediantes que solo llevaban su irreprochable manera de representar dramas y comedias no era suficiente atractivo para que el teatro resurgiera potente. El público se retraía. Una y otra empresa fracasaban siempre. Llego Mendoza. Sus bodas con María Guerrero fueron el comienzo de la regeneración artística del pobre y olvidado teatro español.

REVISTA NUEVO MUNDO, AGOSTO DE 1907

    Si las estatuas no estuvieran convenientemente desacreditadas hasta el punto de ser casi ridículas, la Sociedad de Autores debería de haber levantado una estatua a Fernando Díaz de Mendoza por haber tributado a su profesión de comediante un público y grande testimonio de estimación al demostrar un actor que puede ser Grande de España, Fernando Díaz de Mendoza realza el arte dramático a los ojos de ese vulgo nutrido de preocupaciones sociales.