Patio de butacas del Teatro Bernal en El Palmar (Murcia)
Patio de butacas del Teatro Bernal en El Palmar (Murcia)
Teatro Bernal El Palmar
Teatro Bernal

La inauguración del Teatro Bernal

     Las localidades se habían agotado días antes y la expectación era enorme cuando a las nueve y media de la noche de aquel histórico y caluroso 24 de julio en medio de una atronadora ovación, dio comienzo la función mas esperada, representándose en primer lugar la preciosa zarzuela El puñao de Rosas.

     Las señoritas Ginesa Aroca, Josefina Aroca y Rafaela Carnicer bordaron sus papeles de Rosario, Carmen y Gitana respectivamente, luciendo su voz y su gracia, demostrando aptitudes mas que notables para la escena.

     El tarugo, papel dramático de grandes dificultades, estuvo a cargo de D. Bartolomé Bernal, que supo encarnarlo y lo vivió de tal manera que a todos convenció.

     A continuación se  puso en escena la aplaudida obra de D. José Salvas y D. Pedro Muñoz , La partida disuelta, que resultó extraordinariamente bien interpretada. Terminó la función con la graciosa obra  El contrabando, en la que todos sus intérpretes lograron las simpatías del entregado público.

     La orquesta estuvo dirigida por el prestigioso músico D. Emilio Ramírez. Para que el público de Murcia pudiese asistir al Teatro se pusieron a su disposición tranvías especiales.

Exitosas galas a principios del siglo XX

     A lo largo de su existencia el teatro Bernal ofreció numerosas representaciones, entre las que destacan Los hijos del Capitán Grant, del maestro Caballero, que se puso en escena el 24 de julio de 1911.

     El día 7 de diciembre del año 1911 tuvo lugar en El Palmar uno de esos acontecimientos que honran a los pueblos y dejan memoria en los anales de la Historia. En el afamado Teatro Bernal se verificó la Gran Fiesta Literaria a la que concurrieron los más prestigiosos escritores y poetas de la Murcia de primeros de siglo.

     El escenario, adornado artísticamente por el experto jardinero Sr. González, mostraba un templete en el que destacaba unos preciosos crisantemos, a cuyo pie varias niñas vestidas con el típico traje de la Huerta realzaban el aspecto del palco escénico.

     El Sr. Cura párroco, presidente de la fiesta, hizo el prólogo de la velada, cantando en delicados párrafos las glorias del magno acontecimiento. Ensalzó a los literatos murcianos y al Sr. Díez Vicente, mantenedor de la fiesta, para quien tuvo sinceros elogios. La lectura de todos los trabajos fue seguida por el público que abarrotaba el teatro en medio de un silencio y una emoción extraordinaria.

     A continuación tomó la palabra el prestigioso y elocuente abogado Sr. Díez Vicente. Su discurso fue un brillantísimo canto a la igualdad y solidaridad entre los hombres y como fiel ejemplo puso de manifiesto la extraordinaria obra de los hijos de El Palmar, asegurando que nunca un pueblo había luchado tanto.

     Como apoteósico colofón a esta gran gala literaria tuvo lugar un acontecimiento que llenó de sano orgullo los corazones de varias generaciones de palmareños: se estrenó El Himno a El Palmar.

     El autor de la música fue el celebre compositor D. Emilio Ramírez, que dirigió la gran orquesta, formada por ochenta profesores y el formidable coro, integrado por cuarenta jóvenes palmareños que bordaron la letra de uno de los poetas mas importantes de Murcia: Jara Carrillo.

     Entre aplausos, lágrimas producidas por la emoción y vítores a Murcia y El Palmar, con un público totalmente entregado y enardecido, que con su insistencia obligó a los complacientes artistas a que repitieran el Himno hasta cinco veces, concluyó esta gran gala.

     Zarzuelas, dramas y comedias se representaron en su escenario. Las figuras mas destacadas de la escena de nuestro país pisaron las tablas del amplio escenario del teatro, en el que se representaron obras de los Álvarez Quintero, Echegaray, Benavente y Arniches.

     En aquel gran teatro, que han conocido tres generaciones de palmareños, tuvieron lugar los más importantes conciertos musicales y certámenes literarios a los que acudían los intelectuales de la época.

     Con el paso de los años, este significativo espacio estuvo sujeto a varias reformas en la fachada y en el exterior para ser habilitado como sala de cine.

Fuente: Francisco Jiménez Pérez.