Del MAP al MAM

Museo Arqueológico Provincial (MAP):

Los Museos de Bellas Artes y Arqueológico fueron creados por Reales Ordenes del Ministerio de Fomento de 11 de abril y 6 de julio de 1864, respectivamente, ya que este lo fue como sección agregada al Museo de Pintura y Escultura, título originario del de Bellas Artes.

La dirección del Museo fue conjunta para ambos, tanto el Arqueológico como el de Bellas Artes, durante el tiempo que convivieron administrativamente y estuvo vinculada a los servicios del Cuerpo Facultativo de Archiveros, Bibliotecarios y Arqueólogos, desde el 8 de noviembre de 1898 a 1921.

Los años 40 del siglo XX son un período de grandes dificultades económicas y organizativas en el funcionamiento de la sección de Arqueología, pero también de ejecución de los proyectos previamente preparados de una nueva sede, ya independizada de Bellas Artes.

En 1953, los fondos arqueológicos fueron trasladados al edificio de nueva construcción, levantado con la aportación económica del Estado, Diputación Provincial y Ayuntamiento, en los solares, entonces del extrarradio, de la recién delineada Avenida de Alfonso X el Sabio.

Pocos años después, se inauguraron estas salas el 14 de mayo de 1956, bajo la dirección de Manuel Jorge Aragoneses que, pese a las dificultades económicas de la época fue el responsable de la organización del espacio del centro, así como del montaje y la distribución de las salas de la exposición permanente. Asimismo, las colecciones y edificios de los Museos Arqueológico Provincial y Provincial de Bellas Artes fueron declarados Monumentos Histórico-Artístico por decreto 474/1962, de 1 de marzo.

Por orden del 15 de marzo de 1973 pasará a denominarse Museo de Murcia, con sendas secciones de Arqueología y Bellas Artes, y a estar integrado a efectos administrativos en el Patronato Nacional de Museos dependiente de la Dirección General de Bellas Artes, del Ministerio de Cultura.

El paso del MAP al MAM:

Los museos por su naturaleza y definición son instituciones dinámicas en constante proceso de evolución y cambio, aunque debemos reconocer que no siempre ha sido así, y sólo en los últimos años se han podido deshacer de los estigmas que les tachaban de ser instituciones rancias, inmovilistas y elitistas.
El museo cerró sus puertas al público en 1999 y se procedió a la remodelación en dos fases distintas, financiadas por el Estado y la Comunidad Autónoma de la Región de Murcia. La Biblioteca Regional se trasladó a un edificio de nueva planta, al igual que el Archivo Histórico Provincial, por lo que el edificio quedó prácticamente entero para uso museístico, salvo una pequeña zona reservada a las Reales Academias de Medicina y de Alfonso X el Sabio, a las que se ha dotado de un acceso independiente.

En los primeros meses del año 2000, se procedió a los trabajos de desmontaje de la exposición permanente, para lo que se contó con un equipo formado por arqueólogos y restauradores.

Esta reforma suponía la incorporación al Museo Arqueológico de las plantas primera y segunda, que anteriormente habían estado ocupadas por la Biblioteca Regional y el Archivo Provincial, respectivamente.

Se adecuó el edificio en toda su estructura interna tanto en los espacios destinados a la exposición permanente como a aquellos reservados a la biblioteca, almacenes, taller de restauración, sector administrativo, servicios y tienda. También se realizaron nuevas instalaciones de electricidad, sistemas de climatización, de seguridad y de control de incendios.

El proyecto museológico inicial se encargó en 1995 a D. Jorge Juan Eiroa García, Catedrático de Prehistoria en la Universidad de Murcia. Los estudios detallados del proyecto museográfico, llevó a los responsables autonómicos a encargar los trabajos a la museóloga Dña. Isabel García y su ejecución a la empresa Expociencia. El resultado final de las áreas expositivas del museo lleva la firma de D. Antonio Poveda Navarro y Dña. Mª Ángeles Gómez Ródenas, técnicos a los que correspondió la complicada labor de concluir el proceso e inaugurar el centro en marzo de 2007.

Cuando hablamos de proyecto museológico hay que tener en cuenta que primero hay que elaborar un nuevo programa en el que basar la ejecución de la museografía. Por un lado se pensó que se debía de respetar la historia del museo, ya que forma parte de su identidad, así que se decidió apostar por el criterio cronológico a la hora de establecer el orden espacial de las salas. En líneas generales, lo que se planteó es un paseo por la historia donde se hace evidente la evolución cultural de las distintas sociedades que se sucedieron. Las colecciones más importantes del museo y su valor como documento han hecho posible este planteamiento.

En relación al proyecto museográfico, el primer aspecto que se tuvo en cuenta fue la consideración del edificio preexistente, de este modo, la propuesta expositiva se incorporó armónicamente al edificio sin entrar en conflicto con sus infraestructuras y potenciando su imagen arquitectónica.
Con todo ello el objetivo fue crear un espacio expositivo polifacético que aprovechase todos los soportes de comunicación con sus visitantes. Se creó un espacio multisensorial y relacionado siempre con un marco cultural más amplio en el que se hiciesen evidentes las aportaciones a la cultura universal.

El Museo Arqueológico de Murcia (MAM):

Con respecto a los cambios que ha sufrido el Museo Arqueológico hemos decidido enfocarnos en los más importantes o aquellos que son más reseñables, puesto que hablar únicamente del aspecto arquitectónico o museográfico sería más que evidente.

Desde este punto de vista, el MAM se ha diseñado siguiendo un modelo escenográfico de carácter teatral, sorpresivo y evocador. Para ello, siguiendo el ejemplo del cercano Museo de Alicante (MARQ), se ha desarrollado un montaje “oscuro”, basado en la luz artificial y fundamentalmente emitida desde las vitrinas, paneles retro iluminados y espacios de recreación. Se han oscurecido las salas, cegando todos los ventanales de iluminación, salvo la zona de recepción.

En este sentido, vemos que en buena medida la iluminación de las salas está basada en focos fluorescentes y leds eléctricos. Y, también para las piezas grandes, las que se sitúan fuera de vitrina, se emplean focos direccionales, con recortes ex profeso para delimitar perfectamente la zona o elementos a iluminar.

Con este sencillo sistema de iluminación se ha logrado captar de mejor modo la atención del espectador y redirigir con mayor facilidad su itinerario durante la visita, al mismo tiempo, también se permite la inclusión de elementos audiovisuales en salas oscurecidas, como las dedicadas al arte rupestre o a la arqueología de la muerte.

Una de las singularidades de este museo respecto a otros provinciales, de tipo arqueológico radica en que concluye su discurso expositivo en el mundo tardorromano, eludiendo por tanto las referencias a la arqueología medieval o incluso moderna e industrial, las cuales han sido tan ricas en el ámbito territorial murciano.

Pese a la completa renovación de las instalaciones, el nuevo montaje expositivo del museo es heredero del anterior y todo ello del edificio preexistente, ya que no ha variado de forma sustancial la estructura del edificio, articulado en torno a un patio cuadrado, donde las salas se disponen anularmente en torno a él, aunque al cegarse las aberturas, no se tenga constancia del mismo desde las salas.

Con todo se consigue, en ambas plantas, crear unos recorridos de circulación lineales muy limpios, de forma anular levógira, con ciertos elementos sorpresa, donde el visitante nunca deberá pasar dos veces por la misma sala, más que para entrar y salir a cada planta.

Otra característica importante del montaje es la eliminación de las referencias al edificio preexistente en el interior de las salas, con el empleo de materiales y diseños modernos, en contraste con los espacios comunes (hall de entrada y distribuidores de las dos plantas), donde se conservan la escalera original, la claraboya superior y el hall balconera superior, así como ciertas puertas y ventanas originales.

Como museo de última generación, cuyo discurso pretende interpretar y difundir la realidad histórica de nuestras tierras desde los tiempos más remotos, más que mostrar y amontonar piezas arqueológicas, de mayor o menor belleza, su desarrollo expositivo debía incorporar un buen número de medios audiovisuales. Por una parte, tenemos las maquetas, como la del mapa regional asociado a los principales yacimientos, y otras de épocas variadas; todo esto combinado a su vez con aspectos más novedosos como la recreación de contextos de la vida doméstica en momentos históricos variados: cabaña neolítica, casa argárica del Rincón de Almendricos o la vivienda ibérica de Molinicos, en Moratalla.

A todo esto debemos añadir también la importancia que tienen las numerosas recreaciones de las ilustraciones que aparecen en los paneles de las diversas salas; todos ellos realizados con dibujos lineales no coloreados.

Para finalizar con el apartado de los elementos audiovisuales debemos complementar con los vídeos donde se recrean la creación de las tecnologías lítica, ósea, cerámica y metalúrgica, arte rupestre o arqueología de la muerte, o también la elaboración y decoración de la cerámica ibérica en la primera planta. Además, también podemos sumar las recreaciones virtuales, como aquellas dedicadas al megalitismo, la urbanística de Carthago Nova, los conjuntos de Algezares y La Alberca, y los juegos e interactivos (libro de Siret, las rutas coloniales o el juego de preguntas del mundo ibérico).

Los elementos audiovisuales, además de poner al museo en la vanguardia museística, invita a interactuar a los espectadores, sobre todo a los más pequeños, ayudando así a mantener su interés y atención en la visita.

Con respecto al montaje expositivo, el Museo Arqueológico de Murcia se puede definir como de estilo “minimalista”, que busca evitar el amontonamiento de piezas y conseguir una gran claridad a la hora de colocarlas. Todo está complementado con las cartelas, que son muy sucintas, y la ausencia casi total de otros textos o ilustraciones en el interior de las mismas. El resultado final es la valorización propia de la calidad y significación de las piezas.

Otro rasgo importante que se sumó al museo y que no tenía el anterior es un espacio destinado a las exposiciones temporales, el cual cuenta con doscientos metros cuadrados. De hecho, esta sala está ocupada gran parte del año, teniendo en la mayoría de los casos un gran éxito y siendo un elemento que aporta a la institución una gran dinámica y actualización de cara al público.

Aunque hemos hablado especialmente de los cambios museográficos del centro, el museo no sólo son las salas de exposición, sino que también hay que citar el salón de actos, destinado al uso de actividades culturales; o el aula didáctica, dedicada al público escolar. Por último, se rediseñó junto con el resto del museo, un amplio espacio para la biblioteca especializada, y otros servicios complementarios, como los almacenes y zonas de estudio para investigadores, y el Área Administrativa y Técnica, donde se cuenta con un laboratorio de conservación y restauración para las piezas del museo.