Nacimiento, Belén de Salzillo
Nacimiento, Belén de Salzillo
'La huida hacia Egipto' del Belén de Salzillo
'La huida hacia Egipto' del Belén de Salzillo

    Los primeros belenes de Murcia se inspiran en las figuras napolitanas, aunque poco a poco, los escultores murcianos consiguen crear un estilo propio que, sin perder la belleza del italiano, se adaptase al realismo español, apareciendo representados los pastores y gentes del pueblo con ropas más adecuadas a su humilde condición; en vez del multicolor combinado que ofrecen las de Nápoles.

    Otra diferencia que se aprecia pronto es que las figuras murcianas no son figuras de vestir, con lo que, si bien pierden fantasía y colorido, ganan valor artístico al transformarse en esculturas completas, donde cuenta no sólo el rostro y las manos, sino también la expresión, el plegado de las vestimentas, etc.

El mejor representante de la tradición belenística

    El máximo representante de la escultura belenística del siglo XVIII en Murcia, e incluso en España, es Francisco Salzillo, quien desde muy joven destaca por su arte, aprendiendo los secretos de la técnica en el taller de su padre, también escultor. Sin embargo, ha de pasar mucho tiempo hasta que Salzillo, con casi setenta años de edad, realice su famoso belén. Anteriormente, y quién sabe si de ahí nace la idea de crear uno propio, el artista había completado el que poseían las Agustinas en Murcia. En todo caso, el encargo que le hace D. Jesualdo Riquelme Fontes en 1783 es el que le permite la realización de su impresionante belén.

    El citado belén pasó a ser propiedad de la Marquesa de Salinas, y más tarde del Marqués de Corvera, hasta que en 1915 fue adquirido por el Estado, el cual pagó por el mismo la cantidad de 27.000 pesetas, instalándolo en un principio en el Museo Provincial de Bellas Artes de Murcia y, posteriormente, en el Museo Salzillo de la misma ciudad. En el año 1961 fue trasladado con carácter provisional a Madrid con motivo de la exposición celebrada en el Museo Nacional de Artes Decorativas de la capital.

    Está compuesto por 556 personajes y 372 animales, además de algunas maquetas de edificios. Los distintos grupos están inspirados en personajes populares de la ciudad y su huerta, empleándose a veces el mismo molde para la realización de diversas figuras, pero aportando en cada una de ellas algo que las hace distinguirse de las demás, ya sea en la indumentaria o en la expresión, obteniéndose así esa sensación de variedad y vida que marca el conjunto, en el que ni siquiera los animalillos que lo completan se repiten en las posturas, siendo el realismo el nexo común de todos sus elementos.

Descripción

    En el belén podemos observar pastores de remendadas ropas junto a unos magos deslumbrantes que se hacen acompañar de pajes vestidos con trajes dieciochescos; una nutrida guardia de Herodes y los grupos de la degollación de los Inocentes, en las que incluso el gesto y la nobleza de las expresiones delatan rangos militares e incluso sentimientos personales; el pilluelo que, encaramado en una de las columnas del pórtico toscano que le sirve de cobijo, contempla asombrado el Misterio que aparece ante sus ojos; los pastores que organizan su descanso nocturno tras la dura jornada, preparando un fuego que caldee la fría noche y sirva al mismo tiempo para asar carne con la que reponer fuerzas; la vieja que echa de comer a una manada de pavos, y de cuya boca parece brotar ese extraño y gutural sonido que durante siglos ha servido para llamar a las aves de corral quienes, incomprensiblemente, la entienden y acuden a recibir su alimento; el grupo de vacas que pastan bajo la soñolienta mirada del vaquero y en el que el artista plasma a una de ellas lamiéndose mansamente la pata, posiblemente herida por algún espino o picada por un tábano.

    Podríamos así continuar describiendo todas y cada una de las escenas y figuras que componen el belén y observar cómo el hilo conductor del conjunto de la obra es su cuidadosa matización de los distintos personajes para que sus caras respondan al papel que representan, los distintos tamaños de los animales para dar sensación de lejanía, los collares de castigo que llevan algunos perros pastores. Un todo, en fin, que contribuye a crear ese ambiente de movimiento y vida cotidiana tan característico del estilo de Salzillo.

Autores: Joaquina Alemán y Julio Pedauyé