Los Caballos del Vino

El día 1 de Mayo después de celebrarse el concurso de caballo a pelo, se lleva a cabo la presentación de los distintos elementos que van a ser esenciales al día siguiente (bordados, caballos, bandas musicales). Se pueden contemplar entonces por separado los dos elementos (vestimenta y caballo) que van a formar al día siguiente un caballo vistoso que unifique estilo, brío, fuerza controlada y arte imaginativo del bordado, formando un todo armónico y admirativo.

Las distintas peñas exponen la ropa de vestimenta de sus respectivos caballos, en la visita se puede apreciar el valor artístico de los bordados espectaculares en colorido, diseño y ejecución, con personajes y escenas típicas de las fiestas y de sus rituales. Pero todavía no hemos visto un caballo del vino, sino sus componentes por separado. Una ropa vistiendo a su caballo, puede cambiar, si no se acopla bien el animal. No hay que asignar presuntamente el primer premio; será el conjunto armónico el que decidirá.

Sin embargo esta es una tradición relativamente reciente. Durante el siglo XIX y parte del XX, el festejo evoluciona poco en sus formas. Se valora la fuerza y el pundonor en la carrera. No existe el premio de enjaezamiento y bordados, porque los caballos se adornaban simplemente con las colchas de novia y de boda guardadas en las casas y con mantones y tapetes de mesa de bordados sencillos.

Con el tiempo proliferaron los elementos de adorno con flores, lazos, etc., pero todavía no habían aparecido los bordados completos. En el año 47 se establecieron los premios de carrera y vestimenta y surge un jurado especial que otorga los premios.

La presencia de seis vestimentas de bordados en la Exposición Universal de Sevilla en el año 92 fue un éxito y propaganda extraordinaria para el festejo de Caravaca, elegido como la representación folklórica más significativa de la Comunidad Murciana.