La fuerza de los yemeníes de la mágica ciudad de Ello hacía peligrar el poder central, por lo que Abderraman II la manda destruir y construir un nuevo asentamiento e torno al 825, Mursiya, que acabará convirtiéndose en la ciudad mejor amurallada de occidente, a decir de los viajeros árabes.

Abd al-Rahman era un guerrero valiente, un hombre culto, con espíritu generoso y enérgico a la vez. Equilibrado, capaz de calmar los enfrentamientos con su presencia, dominando la situación desde la fuerza interior de la que no hacia gala.

Supo cumplir el papel para el que fue elegido, el papel que eligió en un momento historico conflictivo y apasionante a la vez. La ciudad de Murcia le debe la paz, el avance agrícola y la constructivo así como el inicio y las bases de lo que fue y es el carácter, su idiosincrasia.