1975 [La Unión_Festival Cante]
1975
El bailaor Farruquito [La Unión_Festival Cante]
El bailaor Farruquito
José Albaladejo

La Unión, el cante y Juanito Valderrama

Durante una actuación en La Unión del año 61, el popular Juanito Valderrama se animó a cantar una tradicional cartagenera. Pero en el ambiente percibió la insistencia del público para que entonara alguna de las canciones de su repertorio más comercial. El artista recriminó a los asistentes su poca valoración por un arte tan suyo y que tenían tan olvidado, haciendo un llamamiento a la defensa del cante jondo escrito en la tierra unionense.

Este hecho llegó a la sensibilidad de un grupo de hombres amantes y defensores de la tradición unionense, quienes decidieron asumir la tarea de poner en valor a unos cantes que reconocían eran tan ricos como desconocidos. El recién nombrado alcalde, Esteban Bernal Velasco, Asensio Sáez, Pedro Pedreño y Manuel Adorna, fueron algunos de esos hombres que decidieron reaccionar organizando un concurso de cantes mineros.

La trayectoria del Festival Minero

El flamenco nunca había dejado de existir en La Unión. La calle era entonces y continúa siendo la escuela del cante. En el 'callejón' donde vivían los Fernández se formaba todo el revuelo. La gente aprendía a entonar y a escuchar las notas, el cante se convertía en una especial forma de sentir y entender la vida.

Lo que emanaba en las jornadas de jarana, en las reuniones de cante y baile entre amigos, es visualizado en el Festival del Cante, quizá con otro aire distinto, pero con un fondo de emoción similar.

La idea original era la de celebrar dichos concursos a propósito de las fiestas patronales del pueblo, las Fiestas del Rosario en el mes de Octubre.

El 13 de Octubre de 1961 se celebra, en la Terraza Argüelles, la primera edición del Festival del Cante de las Minas de La Unión, que ha venido realizándose de forma ininterrumpida hasta hoy día.

La ubicación del Festival, tras celebrarse en el Cine Mery, se trasladará definitivamente en la XVIII edición al edificio del Antiguo Mercado Público, convertido desde entonces en la 'Catedral del Cante'.

También variaron las fechas del certamen al mes de agosto. Los organizadores pensaron que de esta manera aprovecharían la afluencia tanto de cantaores como de aficionados que se acercaban hasta la costa murciana durante las vacaciones de verano. La difusión del festival cobró de esta manera un importante auge.

El planteamiento inicial era el de organizar un concurso de cante, que más tarde, en el año 80, fue ampliado con la incorporación del concurso de guitarra, que adquirió rápidamente un enorme prestigio. El más joven de los concursos es el de baile, instaurado en los 90, con lo que se completaban todas las trazas de la expresión flamenca.

Los estatutos firmados por Bernal Velasco, convertido en el primer presidente del Festival, recogían las razones de ser del mismo, el carácter competitivo con la intención de potenciar a artistas noveles del arte flamenco, recuperar y divulgar la tradición de estos cantes y conseguir colocarlos en la posición de privilegio que se les debía.

Los objetivos se cumplieron con creces, convirtiéndose en el gran acontecimiento que es hoy día. Se ha revalorizado el flamenco y sus cantes, y se le ha otorgado a esta disciplina un carácter universal.

Un camino ascendente

Al principio las dificultades fueron muchas por los bajos presupuestos con los que contaban, pero era un Festival 'en el que el entusiasmo suple al dinero', como reflejaba un titular del periódico La Verdad. La cosa mejoraría cuando se consigue que el Cante de las Minas quede integrado dentro del 'Plan de Festivales de España', lo que supuso un fuerte impulso sobre todo desde el punto de vista económico.

El crédito conseguido por el festival unionense irá creciendo desde sus comienzos. Se aumentó poco a poco el importe de los premios y los días dedicados al certamen. Asimismo se multiplicaron la calidad y variedad de los actos culturales celebrados a propósito del Festival; se iniciaron los concursos de letras de cante, de carteles y de periodismo.

Durante el período de la Transición, los alcaldes de La Unión, que hasta ese momento habían colaborado activamente en la preparación del Festival ostentando los honores de presidentes, pasaron a formar parte de manera simbólica. Desde ese momento la responsabilidad recaería sobre los concejales de cultura, apoyados por el director del Certamen y la comisión organizativa.

En 1984 el Festival del Cante es declarado de Interés Turístico Nacional. Al celebrarse las bodas de plata el Festival se presenta oficialmente en Madrid y en la XXVII en los Reales Alcázares de Sevilla, donde se produce un homenaje a Andalucía y el hermanamiento con la ciudad de Linares.

Los más grandes nombres del flamenco

El primer ganador de la 'Lámpara Minera', distinción que se concede en el Concurso de Cante, fue el conocido Antonio Piñana. También figura significativa es el galardonado en tres ocasiones Pencho Cros, quien recibiría en la XXVIII edición un homenaje por su trayectoria artística. Las carreras de los hermanos Piñana, tantas veces nombrados en los escenarios unionenses, la de Mayte Martín o la de la gitana Encarnación Fernández, primera mujer que recibió un premio de cante, fueron relanzadas gracias a los concursos unionenses. También en el Festival del Cante han existido los homenajes a figuras como Juanito Valderrama, Mario Maya, la Paquita de Jerez, Rocío Segura, el Niño de Olivares...

Grandes personalidades como Paco de Lucía, Camarón, Meneses, Calixto Sánchez, Antonio Canales, Manolo Sanlucar... elevaron con su presencia la relevancia de La Unión.

La crisis minera y la consagración definitiva del Festival

En 1991, año del cierre definitivo de las minas, el Festival fue celebrado ,pero la Lámpara Minera no se le otorgó a nadie. La profunda crisis consiguiente fue una amenaza para el Festival, pero gracias al empuje de los que creían en sus posibilidades se trabajó para que no se extinguiera.

En los duros momentos que el pueblo unionense atravesaba se cogió fuerza, y más que nunca se hizo una búsqueda en sus raíces más profundas, indagando en la identidad de un pueblo que había sido y seguiría siéndolo siempre de alguna manera, minero y cantaor.

El nuevo director del Certamen por aquel entonces, Antonio Parra, consiguió dotar al Festival de una nueva dimensión en la que los nuevos aportes del flamenco se unían a las raíces más puras de este arte. Se ha dicho que bajo la organización de Parra, el Festival se abrió definitivamente al mundo, iniciándose una carrera vertiginosa de prestigio y reconocimiento que fue continuada por los sucesores de éste. La presencia internacional en el Festival cobró un poder muy relevante.

Un nuevo lanzamiento significativo se produjo de la mano del concejal de cultura José Joaquín Hernández, que supo encauzar todo el potencial desprendido por el evento, tanto desde el punto de vista cultural, como creativo y turístico. Se trataba de recuperar el orgullo perdido tras el cierre de la minería y su posterior crisis. Se inauguró una nueva época, en la que cobraría importancia el tributo a los antepasados unionenses, recuperando la memoria colectiva del pueblo.

Esta nueva dirección quedó de manifiesto en la ruta museística iniciada por el Ayuntamiento, donde se recogía parte del pasado histórico y cultural de la localidad. Así como el llamado 'Camino 33', las esculturas y bustos en distintas plazas, el significativo Monumento al Minero, etc.

La actualidad del Cante minero

Han sido y siguen siendo muchos los debates entre los defensores del purismo flamenco y los del vanguardismo. Lo cierto es que en el mundo flamenco caben todos, desde las tendencias más clásicas y tradicionales que nunca perdieron su esencia y que seguirán siendo parte esencial indiscutible; hasta aquellos que optan por innovar dentro de las leyes flamencas hacia otros derroteros.

La experimentación de los últimos tiempos se ve manifestada sobre todo en el mundo de la danza flamenca, que se presta más a ello. Incluso en los últimos tiempos se han visto nuevas influencias en los estilos flamencos que beben también de la música clásica o del jazz.

Hoy día los organizadores del Festival viajan por todo el mundo. La internacionalidad es incontestable.

De cualquier modo, la opinión de los expertos es la que cuenta, y dicho ha quedado que el acceso más fácil para llegar y entender este lenguaje sigue siendo la propia vivencia personal, donde poder acercarse al poder emotivo que envuelve el hechizo flamenco.