Carnal Cuaresma [Cartagena_Carnaval]
Carnal Cuaresma

Unas fiestas de larga tradición

La fiesta del Carnaval que tradicionalmente se conoce en la Región de Murcia es consecuencia de aportaciones procedentes de otras civilizaciones que han sido asumidas y rediseñadas con tintes propios, hasta el punto de encontrar muchas similitudes entre este tipo de celebraciones y otros festejos regionales característicos.

El sentimiento carnavalesco era algo ya latente en la Cartagena de los siglos XVIII y XIX. Tradicionalmente, en los días previos a la Cuaresma, muchos hombres salían a las calles con el único propósito de divertirse y desquitarse de la rutina diaria, antes de que los cuarenta días previos a la Semana Santa les impusieran el rigor y la austeridad propios de ese tiempo. Fue sobre todo en la segunda mitad del XIX cuando este sentimiento festivo tan especial quedará para siempre inmerso en la tradición popular.

La ruptura con el quehacer diario de los hombres y mujeres de aquella época suponía un motivo de ilusión y alegría entre la sociedad. Las fiestas de Carnaval servían además para hacer olvidar durante un tiempo los condicionamientos sociales. Solía ser frecuente en estos festejos el intercambio de roles, haciendo ricos de pobres y pobres de ricos( de ahí también el fenómeno del travestismo tan característico de estos festejos) . .

Guerras de confeti y pregoneros en burro

Haciendo un viaje al pasado carnavalesco se podrían ver las murgas que recorrían la ciudad con cánticos populares y letras irónicas que desataban la sátira social, aspecto innato en las celebraciones de Carnaval.

Otro de los elementos más característicos de estas fiestas ha sido desde siempre el disfraz. Antaño, las formas, modelos y temas tratados en los desfiles de disfraces eran mucho menos variados que en la actualidad. Predominaban entonces los que se vestían de huertanos, frailes, o el típico dominó, recursos muy típicos entre los vecinos.

No faltaban los habituales puestos que adornaban las calles dándoles el tono festivo idóneo para el momento. Las casetas de buñuelos, juguetes y perfumadores solían ser las más concurridas.

Se recuerda con especial entusiasmo las luchas con serpentinas y confetis que le daban vida a la fiesta. Las mujeres a lo largo de todo el año iban guardando  las cáscaras de huevo que llegado el tiempo de Carnaval, se rellenarían de confeti con el pensamiento de que sirvieran de munición para estas batallas llenas de color.

Tradicionalmente el día de La Candelaria era el momento escogido para el comienzo del Carnaval en Cartagena. Ese día todos esperaban la aparición del ¿Tío del Bando¿, que vestido con un charro, camisa blanca y pantalones y chaleco de terciopelo negro, salía a la calle anunciando el comienzo de un tiempo dedicado exclusivamente a las risas y la diversión. Como suele ser premisa en las fiestas de Carnaval lo desproporcionado y grotesco, para exagerar aún más la figura de este personaje se le hacía llevar un despertador como reloj y una sábana como pañuelo.

El Pregonero era el encargado de leer el bando que debía ser exhibido en calles, balcones y plazas todos los días festivos desde el 2 de febrero hasta el conocido como domingo de piñatas. Cada año el Pregonero salía a la calle montado en burro y llevando tras de sí un cortejo de hombres y mujeres vestidos de huertanos que se encargaban de vender los bandos por el precio de una perra gorda.

También eran muy populares los bailes que a propósito de estas fiestas se celebraban en el pueblo, siendo estos eventos muy concurridos e interesantes. Se cuenta que las muchachas casaderas que acudían hasta allí recibían al entrar un carné que se ataban al cuello. En él escribían los nombres de los hombres que les habían interesado, y un número junto a ellos que significaba el turno de baile que a cada uno correspondería. Hombres y mujeres sacaban sus mejores galas para asistir a lo que era un verdadero acontecimiento.

Así era como pasaban aquellos días que se apagaban con la llegada de un período totalmente opuesto, guardando para sí los recuerdos de los momentos vividos.

Las contradicciones de Don Carnal y Doña Cuaresma

Los míticos personajes retratados por el Arcipreste de Hita encarnan el significado de las fiestas de Carnaval, representantes de la despedida alegre y desenfadada de un tiempo que da paso a la sobriedad y el recogimiento de la Semana Santa.

El enfrentamiento de estos dos protagonistas del Carnaval simboliza el cambio del tiempo cotidiano a la Cuaresma, el desenfreno, jolgorio y derroche de Don Carnal rivaliza con la austeridad fría y dominante de Doña Cuaresma, quien además cuenta con el placer de saberse vencedora. Es la alegría, la sensualidad, la rebeldía y simpatía contra el ayuno y la abstinencia, una lucha desigual pero que para muchos, aunque breve, merece la pena.

Para hallar las raíces de estos motivos habría que bucear en el costumbrismo occidental confundido y entremezclado entre detalles recogidos de algunas tradiciones judeocristianas, muestra de la importancia en estas fiestas del sincretismo cultural. Se dice que las costumbres carnavaleras están sustentadas en tradiciones híbridas que dan como resultado el acontecimiento que conocemos y que ha sobrevivido al paso del tiempo.

Hoy en Cartagena, Don Carnal y Doña Cuaresma adquieren el protagonismo que en estas fechas requieren, quedando representados por personas de relevancia en el panorama de la ciudad.

Épocas de prohibición

Las nuevas condiciones en las que se halló sumido el país tras la Guerra Civil de 1936, hicieron que desaparecieran las fiestas de Carnaval, prohibidas por las autoridades. Será ésta una época en la que se vería peligrar la permanencia de los festejos, quedando truncado el profundo arraigo que estas fiestas habían conseguido. Durante más de medio siglo en Cartagena no se oyeron las coplas que alegremente se cantaban en época de Carnaval, ni las simpáticas críticas que se pregonaban, ni tampoco se vio disfraz alguno por las calles que se saliera de la rutina cotidiana.

Si embargo, el silencio impuesto no hizo borrar el recuerdo de unos festejos populares tan arraigados en la costumbre de las gentes.

Aunque con la reinstauración democrática reaparece el espíritu carnavalesco de antaño, fue a partir de la década de los 80 cuando de manera más evidente se recupera ese sentimiento hasta llegar a convertirse en la actualidad en una de las fiestas profanas más importantes del municipio cartagenero.

El nuevo tiempo del Carnaval

La reaparición del carnaval en Cartagena en el año 1981 supuso un momento para los cambios e innovaciones tanto en la programación de los actos como en su organización.

Los aires renovadores con los que la Comisión del Carnaval creada asumió la nueva etapa festiva hicieron colocar el Carnaval de Cartagena entre los más destacados de la Región de Murcia, llegando a recibir la distinción de Fiesta de Interés Turístico Regional.

El trabajo continuado de los hombres y mujeres que se fueron haciendo cargo de la organización, preparación y participación de este evento dio sus frutos cuando en 1997 es integrado dentro de la Fundación Europea de Ciudades Carnavalescas. Nacen las comparsas que le dan un gran impulso a las fiestas, como también lo conseguirán más tarde los grupos chirigoteros, hasta el punto de que todos los cartageneros se fueron sintiendo orgullosos de sus Carnavales.

Aunque ya no montan en burro, los pregoneros siguen dando comienzo a las fiestas. Los disfraces, multiplicados en variedad y cantidad, cobran protagonismo estos días, y las ¿Tetillas de Doña Cuaresma¿ y las ¿Pelotas de Don Carnal¿, son degustaciones obligadas para todos los que sientan el Carnaval de Cartagena.