Las charcas son pequeños cuerpos de agua dispersos por todo el territorio regional, que funcionan como islas, permitiendo el mantenimiento de una gran diversidad de organismos acuáticos, y de otros que, no siendo acuáticos, necesitan de ésta para reproducirse, como en el caso de los anfibios. Se incluyen bajo esta denominación tanto las charcas y pozas de origen natural como las artificiales (charcas ganaderas, graveras...).

     Pese a su poca extensión, la red que conforman permite ampliar su distribución a numerosas especies, que pueden penetrar gracias a ellas en territorios áridos. Constituyen el 37% del total de humedales, siendo este tipo el más abundante en la Región, si exceptuamos las balsas de riego de reciente creación, si bien la superficie que ocupan es muy reducida, apenas el 0,1% de los humedales. No obstante, la importancia que adquieren para la supervivencia de especies vertebradas e invertebradas en territorios áridos es crucial.

     Suelen tener cierto grado de naturalización, que acompaña a su funcionalidad, como es el caso de las charcas ganaderas. Construidas en zonas de cierta pendiente, recogen las aguas de escorrentía de alguna ladera, conservándola varios meses en función de su profundidad, extensión, orientación, insolación, etc., lo que permite dar de beber al ganado durante todo ese tiempo, sobre todo en zonas donde no hay cursos de agua permanentes.

     Aunque el mantenimiento es mínimo, habitualmente se llevan a cabo labores como es el vaciado de la cubeta (monda, o dragado), ya que son zonas que importan junto con el agua, una gran cantidad de sedimentos, que de otro modo acabarían colmatándola.

     Es obvio que para recoger las aguas, estas laderas colectoras se mantienen con la vegetación natural, sin roturar, facilitando su acumulación mediante resaltes de tierra que la dirigen a lo largo de la ladera hacia la charca. Se aprovechan sustratos impermeables, de margas o arcillas para construir la cubeta, que suele tener un lado casi vertical opuesto al de más suave pendiente.

Vicente Hernández Gil