Las faldas de la sierra del Gigante, en un bello y particular paisaje árido, albergan los últimos pies regionales de un espino: el majoletero plateado o Crataegus laciniata. Un iberoafricanismo de la misma familia que las rosas que se encuentra en un periodo de recesión dramático y que necesita una intervención rápida para su recuperación.

El majoletero plateado o espino albar plateado (Crataegus laciniata) es una planta rosácea, cuyo nombre nos indica que pertenece a la misma familia que las rosas, los majuelos y algunos frutales como melocotones y almendros. Se trata de un arbusto de fuertes espinas en las ramas y libre de ellas en hojas y tallos jóvenes que, al contrario, son suaves y presentan un aspecto piloso. Las hojas son caducas, amarilleando fuertemente antes de su caída. La flor es blanca con anteras (órganos masculinos de la flor) rosado-purpúreas. En primavera, mayo y junio, se produce la floración, reuniéndose las florecillas en grupos de 5 a 14. Para otoño aparecen sus frutos, similares a pequeñas manzanas de un centímetro de diámetro y que salpican todo el arbolillo de un inconfundible rojo sangre. Su sabor áspero pero muy aromático recuerda ligeramente a las níspolas y su interior atesora 2 ó 3 semillas. Estos frutos se dispersan por un fenómeno llamado endozoocoria, en el que un animal al alimentarse de los frutos del majoletero transporta las semillas en su intestino hasta que las defeca en un lugar lejano de donde comió.