¿Qué son las comunidades bentónicas?

     Los organismos bentónicos se pueden agrupar en comunidades o biocenosis, entendiendo como tal a un conjunto de poblaciones de especies que se presentan juntas en el espacio y en el tiempo. Una comunidad se caracteriza por la presencia de un conjunto de poblaciones de especies interrelacionadas entre sí en un área concreta donde se dan unas condiciones ambientales específicas. Esta constancia de especies en determinadas áreas y a lo largo del tiempo permite que las diferentes comunidades se puedan reconocer por las especies que las componen (figura 1). Por otro lado, las comunidades tienden a alcanzar un estado de desarrollo dinámico de acuerdo con las condiciones ambientales reinantes, desarrollo que tiende a restaurarse después de cualquier perturbación sufrida por la comunidad. Es decir, la comunidad tiene una cierta capacidad de autorregulación u homeostasis.

¿Cuántas especies forman una comunidad?

     La diversidad va a indicar cuántas especies aparecen en una comunidad y cuáles son las proporciones entre ellas. Este número de especies varía con el transcurrir de la comunidad, de tal forma que desciende con cualquier impacto que sufra la comunidad (contaminación, excesiva depredación, etc.) y aumenta si la misma puede desarrollar su tendencia a hacerse cada vez más compleja y con ello más madura (figura 2).

¿Son iguales todas las especies en una comunidad?

     No todas las especies de la comunidad son igualmente importantes en la determinación de la naturaleza estructural de dicha comunidad. Del elevado número de especies presentes en la misma, sólo unas pocas serán las que ejerzan una influencia importante en función de su tamaño, cantidad o actividad. Las especies dominantes (figura 3) son aquellas que tienen un enorme éxito ecológico y que determinan, en gran medida, las condiciones bajo las cuales las especies asociadas tienen que crecer. En cada comunidad las especies dominantes son diferentes.

Sucesión de comunidades en el tiempo

     Es el conjunto de secuencias naturales por las que, en un hábitat concreto y a lo largo del tiempo, unos organismos son reemplazados por otros hasta llegar a una comunidad estable y que permanece.

     Si se coloca un sustrato nuevo (figura 4) en el medio marino (un espigón, un barco hundido, etc.), éste será colonizado, en primer lugar, por una serie de organismos (especies pioneras) con tasas de reproducción elevadas, que modificarán las características físicas y químicas de este sustrato. Estos cambios producidos permitirán el establecimiento de nuevos organismos que no podían vivir anteriormente. Los nuevos organismos tienden a vivir más tiempo, a ser de mayor tamaño y a presentar sistemas de defensa para asegurar la viabilidad de la descendencia, reduciendo su mortalidad. Las especies pioneras o colonizadoras, en cambio, aseguran la permanencia reproduciéndose mucho y muy rápidamente, siendo por ello capaces de resistir mortalidades elevadas e indiscriminadas.

     En este proceso se van estableciendo relaciones de competencia por el espacio y el alimento entre los diferentes organismos y aparecen las relaciones de tipo predador-presa. Paulatinamente, el espacio se va organizando y va aumentando el número de especies que pueden vivir sobre este sustrato. Con ello, la composición de la comunidad se complica y se hace más diversa (figura 5). A su vez, se van estableciendo poblaciones cada vez mejor adaptadas a las condiciones del medio. Este grado de adaptación a dichas condiciones origina que la comunidad clímax estable sea permanente, siempre que no se produzcan cambios en las condiciones ambientales a las que se ha adaptado dicha comunidad. La sucesión es, por tanto, el proceso de maduración de una comunidad o un ecosistema.

     Cuando se destruye en parte una comunidad madura (figura 6), la etapa de regeneración comienza a partir de una situación inestable en la que la comunidad estará formada por un conjunto de especies que son parte de las que había antes y que estaban bien relacionadas unas con otras y en estado de equilibrio. Ahora, las proporciones de las especies no están equilibradas, debiéndose producir una readaptación. En primer lugar se recuperarán las especies pioneras, con tasas de reproducción elevadas, que alcanzarán poblaciones superiores a las que tenían anteriormente. A su vez, especies de comunidades vecinas se incorporarán también al proceso, mientras que las especies que representaban el estado de madurez superior acabarán desapareciendo o tardarán más en recuperarse.

     Es fácil comprender, por tanto, que la destrucción de una comunidad o un ecosistema será más grave y más difícil de recuperar cuanto mayor sea la madurez de dicha comunidad o ecosistema (figura 7).

Principales comunidades bentónicas observadas en nuestros fondos

     Las comunidades de los fondos rocosos y arenosos más comunes en Murcia se citan en las dos ventanas de la derecha. Dichas comunidades se han agrupado por el tipo de fondo en el que aparecen y se nombran en el orden en el que se las observa si vamos de menor a mayor profundidad (figura 8), (figura 9). Estas comunidades se describen asociadas a las unidades paisajísticas definidas en el apartado Paisaje submarino.

Figura 1. Las comunidades bentónicas pueden reconocerse por las especies que la componen y por el rango de profundidad donde aparecen

Figura 1. Las comunidades bentónicas pueden reconocerse por las especies que la componen y por el rango de profundidad donde aparecen
Juan Carlos Calvín

Figura 4. Cuando se hunde un barco, toda su estructura es un sustrato sin colonizar sobre el que se podrá observar una implantación de organismos marinos cada vez más complejos - Juan Carlos Calvín

Figura 4. Cuando se hunde un barco, toda su estructura es un sustrato sin colonizar sobre el que se podrá observar una implantación de organismos marinos cada vez más complejos
Juan Carlos Calvín

Figura 8. Esquema de distribución aproximada de las comunidades bentónicas en un fondo rocoso - Cristina Eisman

Figura 8. Esquema de distribución aproximada de las comunidades bentónicas en un fondo rocoso
Cristina Eisman

Juan Carlos Calvín