Cabeza desprovista de lana y hocico acuminado
Cabeza desprovista de lana y hocico acuminado
Julio Pedauyé

Las ovejas de raza Segureña, que deben su nombre a la Sierra y el Río Segura, comprende animales de formas alargadas y tamaño medio, perfil fronto-nasal subconvexo, con vellón de lana entrefina, que se explotan principalmente para la producción de carne, proporcionando corderos de alta calidad, con elevados rendimientos en el matadero.

Entre otras características de su prototipo racial destacan:

Cabeza: Proporcionada al cuerpo y de tamaño medio, desprovista de lana, sin cuernos tanto el macho como la hembra, orejas horizontales o ligeramente caídas y hocico acuminado.

Cuello: Sin pliegues ni expresión de papada. Con o sin mamellas.

Tronco: Largo y profundo. Cruz ligeramente destacada. Línea dorso lumbar preferentemente horizontal.

Mamas: Globosas y desprovistas de lana.

Extremidades: Bien aplomadas. Con nalgas y muslos de perfil subconvexo. Carpos, tarsos y radios, finos y fuertes. Pezuñas simétricas y fuertes.

Piel y mucosas: Piel fina y rosácea.

Vellón: De color blanco uniforme, en general, destaca por su poca extensión.

Los censos de la raza Segureña se cifran actualmente en torno a 1.250.000 cabezas repartidas fundamentalmente en la zona de confluencia comprendida entre las provincias de Jaén, Granada, Almería, Murcia y Albacete.

A pesar de la importancia de esta raza ovina autóctona no es hasta hace bien poco, en el año 1978, cuando los ejemplares de esta raza dejan de estar incluidos dentro de los de la raza Manchega en los censos oficiales y cuando se establece el Registro Especial y se crea la Asociación Nacional de Criadores de Oveja Segureña (ANCOS) que vela por la pureza de la raza.

Sin embargo y a pesar de la situación aparentemente favorable, sobre esta raza, al igual que sobre otras razas autóctonas españolas, se cierne un futuro incierto debido a la exigencia de los mercados de corderos cada vez más precoces y mejor adaptados a su crianza en cebaderos, lo que está desplazando la producción tradicional hacia sistemas más intensivos y menos sostenibles y respetuosos con el medio ambiente.

De este modo, y de no cambiar la tendencia, las ovejas Segureñas, de elevada rusticidad y perfecta adaptación al medio en el que viven, pronto dejaran de vagar por nuestras cañadas, sembrados y rastrojos en busca siempre de los mejores pastos.