Si ya el paseo nos ha enseñando rincones de gran valor geológico, la naturaleza geológica nos guarda un último regalo que nos dejará boquiabiertos. Se trata de un anfiteatro natural producido por la erosión remontante, hacia atrás, de las areniscas miocenas por el agua. Sobre la cima de esta formación areniscosa discurre el barranco del Agua que nace algunos kilómetros más al oeste, en la Molata de Charán,  y que aquí se precipita en un impresionante salto que a lo largo de miles de años ha ido socavando.

La naturaleza calcárea de estas rocas ha favorecido la formación de cavidades, algunas de gran altura, que han sido utilizadas para refugios de ganado. Pero además, desde siempre estos recónditos paisajes geológicos el hombre los ha utilizado  para sus  creencias y rituales, incluso hoy día los vecinos de Benizar lo siguen haciendo, como lo demuestra la presencia en una de las cavidades de un altar.

En las paredes amarillentas se intuyen estructuras sedimentarias originadas por corrientes submarinas, las estratificaciones cruzadas, muy comunes en toda esta formación geológica en lugares como en la cabecera del Barranco de Hondares, o incluso en el curso medio del barranco del Agua. También es común encontrar en las cavidades precipitados de calcita.