Parada 7. 3,8 km.  Calar del Fresne. Esta parada destacaba por cruz de madera, ya caída, que en ella había, a nuestras espaldas tenemos el cortijo de Somogil Si observamos las calizas, a pie del camino, de nuevo podemos observar los organismos que habitaban en estos mares cálidos del Eoceno, los nummulites. En frente, en la pared del Calar del Fresne, se puede observar didácticas fallas normales. Este es un buen lugar para mirar hacia el noreste y observar como el gran anticlinal que afecta desde La Risca hasta la sierra de los Engarbos, pliega a los materiales cretácicos de la sierra de la Muela, y sobre estos en clara discordancia se superponen las formaciones paleógenas y miocenas del entorno de La Melera.

El camino continúa por una zona con abundante vegetación, que ha originado una gran variabilidad edáfica, con horizontes bien desarrollados de tipo móllico, cámbicos e incluso árgicos. También se encuentran suelos con discontinuidades edáficas, en concreto suelos sobre margas recubiertos de gravas rojas  sobre las que se han formado otros suelos.

Parada 8. 5.2 km. Cenajo del Agua Cernida. Aquí se puede observar el denominado Cenajo del Agua Cernida, una pared vertical de más de 150 m donde los barrancos que vienen de la ladera noreste de la sierra del Frontón vierten sus aguas al precipicio originando bonitas cascadas en épocas de lluvias. El flujo de agua  ha originado abundante vegetación que ha quedado impregnada por carbonato cálcico, originando la formación de travertinos. También conviene destacar los grandes desprendimientos que han ocurrido en esta zona. Como es común en todo el recorrido también se pueden ver, junto al camino, bloques de rocas formadas prácticamente por nummulites. Con suerte podemos ver las aves rupícolas que viven en estos farallones calizos: el halcón peregrino, el búho real, cuervo, chova piquiroja, vencejo real, etc.