Parada 4: Esquistos alveolares y discordancia de Cala Magre.

En Cala Magre se pueden realizar diversas observaciones como son:

Los esquistos grafitosos paleozoicos donde las cuarcitas intercaladas presentan un aspecto lenticular en corte (boudines, del francés morcilla) debido a su comportamiento más rígido y menos comprimible que los materiales arcillosos más plásticos y deformables, que originaron los esquistos.

Las numerosas fracturas que presentan los esquistos aparecen rellenas por filones y venas de siderita más o menos alterada a óxidos de hierro.

También podemos observar que la superficie de los esquistos está salpicada de pequeñas cavidades (alveolos) generadas por la haloclastia llevada acabo por el espray del oleaje.

La plataforma de abrasión labrada por el oleaje en los esquistos y en paleodunas.

La discordancia existente entre los esquistos y los sedimentos continentales aluviales que presenta una matriz arcillosa y rojiza, donde aparecen cantos brechoides de esquistos. Sobre estos restos descansan, a su vez los restos de paleodunas y playas fósiles.

Desde aquí podemos ascender hasta el mirador, que nos ofrece una magnifica panorámica del itinerario.  

Parada 5: Paleoduna y pliegue de Punta Espada.

En esta parada llama la atención la pequeña cala de los Dentoles, donde se pueden observar nuevamente la existencia de ripples eólicos actuales en las arenas y como el oleaje sedimenta las arenas litorales en la línea de costa y el viento posteriormente la desplaza lateralmente hacia el interior, un proceso actual que nos ilustra sobre la génesis de la paleoduna existente. En ella hay algunos bioclastos marinos, pero lo más llamativo es la presencia de caracoles terrestres (Iberus carthaginensis y Rumina decollata) fosilizados entre las arenas siliciclásticas que la forman. Anotar la presencia de numerosos tafonis generados por la acción conjunta de la haloclastia, el viento y los procesos de disolución del cemento que une los granos.

Si miramos en el lado contrario de la cala podemos volver a observar una discordancia entre los esquistos y los materiales cuaternarios. Pero quizás sea lo más llamativo observar que Punta Espada es un espectacular pliegue acostado. Los esquistos que lo originan están, al igual que en la parada anterior, muy diaclasados, pero aquí las fracturas aparecen rellenas de cuarcita.

Volviendo a ascender y siguiendo el recorrido llegamos hasta la zona minera de Tajos Quebrados, donde se pueden observar los restos de las labores mineras (respiraderos, escombreras y pozos- galería.), que explotaban los filones hidrotermales de mineralizaciones de hierro (siderita, goethita y oligisto) enriquecido en plata, así como alunita y jarosita, aunque estos últimos minerales son más fácilmente observables en la parada 9.    

Paradas 7 y 8: Labores mineras del Cerro del Atalayón y arco natural de Cala Cocón.

Continuado el recorrido, donde las panorámicas de los acantilados (formas litorales erosivas) y deslizamientos son muy ilustrativas, tendremos que pasar por una zona relativamente peligrosa, por lo que se acondicionó con la fijación de una cuerda para asirse, y finalmente llegamos a una nueva zona minera de características semejantes a la anterior, pero en la que destacan las numerosas charnelas de pliegues tumbados y acostados en las cuarcitas que aquí alcanzan mayores espesores (cerca de un metro), en estas charnelas se observan pequeñas mineralizaciones de cuarzo, goethita irisada y siderita.

Otro aspecto interesante es bajar desde aquí hasta Cala Cocón, donde en el barranco observamos nuevamente boudines de cuarcita y marmitas de gigante (pilancones) generadas por la erosión fluvial en el suelo del barranco. Al final de éste aparece una pequeña cala en la que la abrasión marina ha generado un llamativo arco natural, aunque para acceder al mismo hay que realizar un salto de más de 1´5 m.

Durante el resto del trayecto aparecen numerosos ejemplos de boudines y los esquistos grafitosos adquieren un aspecto moteado por el crecimiento de cristales. 

Parada 9: Labores mineras de Punta Loba.

En Punta Loba destacan las labores realizadas en los esquistos por los mineros, para la extracción de las mineralizaciones de hierro (siderita y goethita) y plomo (galena argentífera) enriquecidas en plata, manganeso y nuevamente de jarosita y alunita, que en esta zona son fácilmente observables en superficie.

El tamaño de las aberturas de las explotaciones y su comunicación con el mar, hace que estas actúen como gigantescos bufaderos, que impresionan en los días ventosos al golpear el oleaje que penetra por las labores contra las paredes de éstas. El tránsito por la zona es peligroso por lo que debe tenerse precaución.       

Parada 10: Lapiaz costero de Cala Reona.

Al llegar a Cala Reona llama la atención la presencia de materiales rojos que descansan sobre los esquistos en diversos puntos. Se trata de antiguos sedimentos aluviales que cubren incluso las laderas de los islotes de la zona, y que informan de una importante actividad tectónica durante el Cuaternario, que desembocó en el hundimiento mediante fallas de la zona marina que rodea dichos afloramientos.

Si cruzamos la cala también llama la atención el espectacular lapiaz que se ha desarrollado sobre paleodunas semejantes a la de Cala Dentoles. Se trata de areniscas siliciclásticas marinas que fueron retrabajadas por el viento, presentando una fuerte influencia continental como se deduce de los restos de gasterópodos terrestres que presentan, y los innumerables rizolitos que las dotan de una estructuración vertical. Su génesis es la misma que la del lapiaz observado en la parada 3.

El socavamiento (nicho basal) de la base de la formación dunar por el oleaje, ha generado una ilustrativa cornisa que retrocede mediante desplomes, originando una costa caótica de bloques de aspecto laberíntico.

Más al norte afloran nuevamente los esquistos donde se observan pequeños abrigos y arcos naturales generados por la abrasión marina. En ellos acaba el itinerario propuesto.