La dolina de Inazares es una depresión kárstica de fondo plano, ocupado por arcillas de descalcificación y algunos gelifractos, originada por procesos de disolución de las calizas con sílex. El diámetro norte-sur del fondo de dicha depresión es de unos 77 m, mientras que el diámetro este-oeste es algo menor, unos 73 m. La altura de las paredes calizas que la delimitan es muy variable, registrándose la máxima en el borde norte con unos 10 m, mientras que en el sur pasa a ser escasamente de 1 m. La pendiente se incrementa del este hacia el oeste, siendo en el borde oriental de apenas unos 20º o menos, coincidiendo en ocasiones con el buzamiento de los estratos, mientras que en el borde occidental puede superar los 80º en algunos tramos. El límite exterior de la dolina es muy neto en el oeste, coincidiendo con el cambio brusco de pendiente, mientras que en el borde oriental es difuso al presentar una pendiente suave. Así pues se ha estimado que su perímetro exterior norte sur es de unos 125 m, mientras que en diámetro exterior este-oeste no está muy claro y debe superar estas medidas.

     En el borde suroccidental se produce acumulación de nieve, lo que facilita los procesos de gelifracción (rotura de las rocas al congelarse el agua que penetra en sus fracturas), por el mayor número de ciclos de hielo-deshielo a que está sometido, originándose pequeños “canchales” de gelifractos (cantos angulosos desprendidos por la acción de la cuña de hielo), mientras que en el borde nororiental predominan los procesos de disolución kárstica que dan lugar a un incipiente lapiaz estructural.

     La dolina ha sido generada por procesos de disolución kárstica y modificada por procesos de gelifracción (figura 3). Los procesos de disolución están condicionados por la tectónica, ya que las rocas sobre las que se ha desarrollado presentan un denso entramado de fracturas, fundamentalmente diaclasas, sin descartar el papel jugado por los planos de estratificación.

     La dolina constituye la forma exokárstica más relevante de la zona y se encuentra rodeada por un lapiaz (karren) complejo, que presenta mayor desarrollo en la zona norte, que es el resultado de el desarrollo de un lapiaz cubierto, que ha sido exhumado y posteriormente retocado por un lapiaz estructural en surcos.

     En épocas más húmedas del Cuaternario se debió desarrollar un lapiaz oqueroso, es decir bajo un suelo cubierto por una espesa cubierta vegetal. La disolución de las calizas se produjo gracias a la acción del agua de lluvia cargada de CO2 atmosférico y edáfico, al agua procedente de la fusión de la nieve, cuyo contenido en CO2 suele ser mayor y finalmente, por los ácidos generados por la descomposición de la materia orgánica y las bacterias. Dicha disolución fue mayor en las zonas de discontinuidad como las fracturas, los planos de estratificación y las superficies de contacto entre las calizas y los nódulos de sílex.

     El incremento de la aridez y posiblemente la acción de los primeros pobladores de la zona condicionaron posteriormente la pérdida de gran parte de la cubierta vegetal y la erosión del suelo, por lo que se produjo la exhumación del lapiaz oqueroso y el desarrollo sobre éste de un lapiaz estructual en surcos (figura 4), generándose así el lapiaz actual (karst exhumado complejo o mixto).

     Otras morfologías kársticas presentes en la zona son:

Morfologías endokarsticas:

  • Simas: En la zona de Revolcadores han sido citadas varias simas cuya profundidad suele ser de decenas de metros o menores, aunque existen algunas como la de La Campana que puede llegar a los 70 m accesibles. Las simas tienen un claro control estructural desarrollándose en la intersección de las fracturas (fallas y/o diaclasas).

  • Galerías: Aunque de escasa longitud y con un predominio claro de las morfologías de disolución, en la zona existen numerosas galerías como la de los Conejos o la del Tornillo.

Morfologías exokársticas:

  • Valles fluvio-kársticos: Existen varios valles (la Hoya de Ballesteros, la Hoya de los Odres, etc.), originados por la acción conjunta de los procesos de karstificación y las aguas de escorrentía encauzadas, uno de ellos muy próximo a la dolina de Inazares (la Hoya del Cortijo de Palacio).

  • Dolinas: Se trata de depresiones localizadas en rocas carbonatadas, de planta más o menos circular, generadas por diferentes procesos de disolución kárstica, aunque pueden intervenir procesos de hundimiento o colapso, subsidencia, etc. En los macizos de Revolcadores y los Odres existen descritas numerosas dolinas, que llegan a formar en algunas zonas, pequeños campos de dolinas como en el Hornico, pero la mayor parte no conservan su morfología típica, están afectadas por importantes procesos erosivos y por una intensa gelifracción o son poco accesibles, por ello se ha escogido la de Inazares, como la más representativa.