Quizás la joya de la corona de los parajes naturales que posee el municipio de Aledo es el entorno geológico del estrecho de la Agualeja, o Arboleja o Algualeja como también se conoce, en el tramo medio de la rambla de Lébor, en la cara oeste del cabezo del Molino. El paraje fue hace unos pocos años bien acondicionado para su visita, con un recorrido circular con barandas, escaleras e incluso se construyó una pequeña área recreativa con pinos y barbacoas. Si bien adolece de paneles que expliquen el patrimonio natural que aquí existe. Desgraciadamente el poco civismo de una minoría de visitantes ha estropeado muchas de estas infraestructuras.

    A ello se suma que el movimiento de tierras en el cabezo del Molino en el año 2007 para realizar una urbanización ha perjudicado muy seriamente este bello paraje, tanto visualmente como lo que es más grave, por la colmatación del cauce del estrecho al depositarse en él parte de las tierras removidas que están siendo continuamente arrastradas por las lluvias. Pese a estos problemas, los amantes de la Naturaleza se llevarán una grata sorpresa cuando visiten este lugar de interés geológico.

    Respecto al contexto geológico, forma parte de la cuenca terciaria de Lorca y aquí se pueden observar tres formaciones estratigráficas, margas de Carivete, areniscas de Aledo, ambas originadas en medios marinos, y las ruditas detaicas de Nonihay. La descripción y su historia geológica se describen en el Lugar de Interés Geológico Pueblo de Aledo.

PRIMERA PARADA
Una historia geológica de más de nueve millones de años

    Se comienza la visita en un mirador donde hay un reloj solar, al que algunos amigos de lo ajeno han quitado la aguja que daba la sombra. Desde aquí se puede explicar parte de la diversidad geológica de la zona. Podemos observar mirando a la derecha el encajamiento de la rambla que se va abriendo hacia el sur. En sus paredes se observan en la base margas formadas en un mar relativamente profundo, la formación Carivete. Sobre éstas hay areniscas amarillas costeras, la formación Aledo. Estos cambios de rocas nos cuentan parte de la historia geológica de la zona, evocan que aquí el nivel del mar bajó originando una clara regresión marina.

    En la pared de la margen derecha del cañón, hay dos fallas, que debido a que afectan a ambas formaciones rocosas y a que se observan perpendicularmente al buzamiento de sus planos son extremadamente didácticas, son fallas normales. Si miramos al frente y la derecha, la rambla se hace de pronto mucho menos profunda y su falso cauce, que discurre sobre las calcarenitas, no da pistas de la belleza que esconde bajo él, como si la Naturaleza quisiera guardar su mejor secreto para que podamos asombrar posteriormente a los amigos que llevemos a este lugar. La rambla se encaja en los conglomerados deltaicos de la formación Nonihay y sobre éstos, si miramos hacia Nonihay, se ve un pintoresco y pequeño cabezo con margas blancas formadas en antiguas charcas palustres de la formación Torrealvilla, coronado por una gran roca que, de momento, le previene de la erosión.

    La vista desde el mirador nos sugiere la pregunta de por qué se produjo el encajamiento de esta rambla por este lugar con rocas tan duras. Parece que es más por criterios litológicos que tectónicos, ya que no se observa ninguna falla paralela a la rambla. Posiblemente la rambla comenzaría a discurrir por una zona previamente deprimida por causas sedimentológicas y estratigráficas heredadas de estos ambientes marinos y fluvio-lacustres, dando lugar a un cauce sobreimpuesto, del que el agua ya no podría escapar. Poco a poco, avenida tras avenida, este cauce se fue profundizando hasta alcanzar las areniscas calcáreas, areniscas permeables y fáciles de disolver, comenzando en ellas los procesos kársticos que generaron simas por las que el agua que se infiltraba circulaba ya subterráneamente, esculpiendo así este patrimonio geológico, el estrecho de la Agualeja.

SEGUNDA PARADA
Los recursos geológicos, el agua y el hombre, galerías con lumbreras

    Tras pasar este mirador, la senda se bifurca en dos, tomando la de la izquierda accedemos al estrecho propiamente dicho. Bajando las escaleras que nos llevarán a la base de la rambla. A mitad del trayecto podemos ver las areniscas marinas salpicadas de algunos bancos arrecifales de corales (Porites sp. y Tarbellastraea sp.), bioturbaciones y otros fósiles, que nos muestran su origen marino. Cuando llegamos al final de las escaleras se observa un hermoso algarrobo que como si se tratara de un guardián que quisiera proteger un gran tesoro, nos impide ver lo que hay aguas arriba de la rambla. Frente a él hay una pequeña balsa en ruinas, parcialmente colmatada por grandes bloques de arenisca que han caído de las paredes rocosas. La balsa nos indica que es momento oportuno de hablar brevemente de otro patrimonio cultural heredado de nuestros antepasados, que realizaron con mucho esfuerzo y de una forma artesanal, para aprovechar los escasos recursos hídricos de estos paisajes semiáridos, las galerías con lumbreras.

    El cabezo del Molino, tanto en su vertiente del este (ver el lugar de interés geológico de la cueva de la Mauta), como en el estrecho de la Agualeja, presenta interesantes construcciones realizadas antaño para la captación de las aguas de los acuíferos superficiales, las galerías con lumbreras. Los investigadores Gómez Espín y López Fernández dicen que en la Agualeja, el agua se exprimía de la roca mediante una galería, de un metro y medio de alta y unos 70 cm de ancha, que posee dos ramales que suman en total unos 450 m de longitud, agujereada por nueve conductos verticales de unos 40 m de profundidad, las lumbreras, hoy día tapadas por el riesgo de caídas.

    Se recogía así las aguas de escorrentía y subterráneas de las rocas permeables de las formaciones geológicas de Aledo y Nonihay. El agua discurría por la galería hasta llegar a la balsa que hay en la salida del estrecho de la Agualeja, de la que la regulaba y enviaba por una acequia que por medio de un acueducto atravesaba la rambla de Lébor, para regar los cultivos de la huerta de Totana. Hoy día, prácticamente toda esta obra maestra de la ingeniería hidráulica rural está en ruinas, lo que augura, si no se pone remedio, su desaparición y con ella también la memoria de la sabiduría e historia de muchas generaciones de seres humanos.

TERCERA PARADA
Panales de abejas pétreos

    Aguas abajo por una senda, a unos doscientos metros, sobre todo la pared de calcarenitas del este está esculpida por una maraña de huecos, que recuerdan a un gran panal de abejas. La justificación de estos procesos de alveolización no solamente hay que asignársela a la fuerza escultura del agua y del viento en épocas recientes, sino a los procesos biológicos y geológicos de hace siete millones de años. En aquel tiempo el mar que cubría esta zona estaba habitado por numerosos organismos que reptaban y agujereaban su fondo y movían el sedimento. Las zonas por donde estos organismos pasaban quedaban removilizadas y porosas, con gran cantidad de bioturbaciones entrecruzadas entre sí. Por estas pistas y galerías, el agua del mar se filtraba y precipitaba bicarbonatos que cementaban las partículas de las bioturbaciones. Como consecuencia adquirían un mayor endurecimiento que el sedimento que las rodeaba y, por tanto, se hacían más resistentes a una futura meteorización.

    Millones de años después, estos antiguos sedimentos marinos, ya transformados en roca, fueron expuestos a los procesos geológicos externos. El agua y en menor medida, el viento y el crecimiento de sales, fueron las herramientas que la Naturaleza utilizó para ir desmoronando la roca a una velocidad desigual, más lenta en las zonas bioturbadas, dando lugar a quizás una de los más representativos ejemplos de tafonis de la región de Murcia. El rincón esconde gratos hallazgos paleontológicos, conchas de distintos tipos de moluscos e incluso un fragmento de hueso de unos diez cm de largo, posiblemente de un cetáceo, que en parte ha sido machacado por expoliadores de fósiles, al intentar llevárselo.

CUARTA PARADA
Delta y playas

    Volviendo por donde hemos venido, al llegar de nuevo al algarrobo, se adueña de nosotros una aparente desilusión de no encontrar algo más espectacular de lo que hasta ahora hemos visto, que se acrecentará al pensar que la visita ha llegado a su fin y de nuevo debemos prepararnos para subir la escalera. Pero esta pequeña broma que nos ha desasosegado, se terminará si tomamos una pequeña senda, casi escondida por el algarrobo guardián. Enseguida nos quedaremos boquiabiertos al ver la entrada de la verdadera causa de que este lugar de interés geológico sea conocido y haya sido acondicionado para su visita, la obra de arte geológica del estrecho de la Agualeja.

    Se trata de un angosto desfiladero en calcarenitas, casi cerrado en su techo, que forma un túnel de unos 500 m de largo. El frescor que se palpa en la entrada ya augura su belleza natural y los procesos geológicos activos que en este entorno se producen. Un bloque de falsa ágata en el centro del cauce nos muestra que vamos a entrar en el reino de los procesos geoquímicos, kársticos e hidrodinámicos actualmente activos. En la entrada, en la pared derecha, las pintadas y el hueco de un antiguo erizo marino (Clypeaster sp.) que ha sido robado, nos llena de tristeza al ver que formamos parte de una sociedad en la que algunos de sus miembros no poseen una mínima cultura que les haga respetar un bien de toda la humanidad, el patrimonio geológico.

    Pronto este mal humor se nos pasa cuando observamos que la pared izquierda rezuma y nos recibe con una pequeña cortina de agua que cae desde el techo del cañón. Quizás una de las características más importantes de este estrecho, que incluso le confiere una mayor importancia que a otras cavidades kársticas más grandes, es que aquí se pueden ver los procesos kársticos activos. El agua actualmente está esculpiendo las areniscas de aquellas playas antiquísimas, adornándolas con imaginativos espeleotemas calcáreos (estalactitas, crestas, cortinas, cascadas, etc.). Incluso la simbiosis entre mineralogía y biodiversidad es obvia al ver como helechos, musgos y otros tipos de vegetales, están siendo recubiertos por carbonato blanquecino, petrificándose en didácticos travertinos.

    Pronto vemos que el cauce es sinuoso debido a pequeños meandros. Meandros en los que predomina la erosión en su parte convexa y que están condicionados por variabilidad de la dureza de las areniscas y por las fracturas que las afectan. Las paredes están formadas por unos tres estratos de areniscas de varios metros de espesor, cuyos límites dejan circular el agua con mayor libertad y, consecuentemente, produce una mayor meteorización de la roca en las superficies de estratificación, originando las paredes contorneadas.

    Al mismo tiempo, la sensación cuando estamos dentro del estrecho de la Agualeja es de inquietud, de peligro. Efectivamente el encajamiento de la rambla todavía hoy está activo, por ello vemos bloques de diversos tamaños, que han caído recientemente del techo y paredes. Podemos ver brozas atrapadas en los laterales del cañón, que fueron arrastradas por el agua torrencial que por aquí paso y que incluso nos indican la considerable altura a la que llegó el agua en la avenida. Sin duda, el sentido común nos dice que en épocas de lluvia es una temeridad estar por aquí. El sonido de las palomas que en este cañón han encontrado su refugio, nos alerta de otro riesgo menos peligroso, pero no por ello menos desagradable. Este sonido hace que miremos hacia arriba para ver dónde revolotean las palomas, lo que hace que podamos admirar, además de la cúpula natural del estrecho que deja ver algo la cúpula celeste, un trozo de la galería con lumbreras que drenaba el agua de este paraje.

    Hasta el año 2007, parte del agua que circula por el estrecho de la Agualeja, quedaba estancada en los diversos agujeros del cauce, los pilancones. Una delicia para hacer excursiones con niños en verano, pues para continuar el trayecto debían atravesar y bañarse en estas pozas de poca profundidad. Hoy día desgraciadamente, estas pequeñas bañeras naturales han sido totalmente aterradas por una arcilla roja que genera un barro resbaladizo y pegajoso. Este aterramiento de varios metros, que ha deslucido enormemente este lugar de interés geológico, es una de las consecuencias del movimiento de tierras del cabezo del Molino para su urbanización. Quizás haya algo positivo en esto, ahora el estrecho de la Agualeja también es un educativo ejemplo de geología ambiental. Sirve para explicar que la acción humana puede influir directamente en los problemas ambientales como la erosión, la colmatación de cauces y la destrucción del patrimonio geológico, entre otros. Otra consecuencia es que ya se puede llegar al final del angosto cañón sin necesidad de llevarse bañador y calzado de repuesto.

    Cuando nos encontramos con un salto de unos dos metros, hay que tomar la decisión de trepar para continuar o salir del estrecho de la Agualeja volviendo hasta el mirador del reloj de arena. Si los más atrevidos eligen la primera opción, se llevarán la sorpresa al ver de nuevo como el hombre trabajó antaño para exprimir la savia de estas rocas, el agua. Escaleras esculpidas en la roca, galerías subterráneas y diques para mantener y derivar el agua, se unen en un sugerente patrimonio cultural.

QUINTA PARADA
Corales, un antiguo delta y erosión

    La senda que se toma cerca del mirador hacia el norte, nos sirve para ver las características geológicas de la formación Nonihay, ese delta formado por una rambla que aquí desembocaban hace siete millones de años, que podríamos llamar la Paleolébor. Siguiendo la senda vamos viendo el falso cauce con una sensación de orgullo y asombro por haber descubierto el secreto que se guarda bajo él. Un puente hecho con traviesas de ferrocarril cruza la rambla y nos permite observar el estrecho desde arriba, nos hace recordar nuestra aventura.

    Seguimos la senda por el margen oeste de la rambla, sus laderas están formadas por acumulaciones de piedras y tierra que en su conjunto tienen tonalidades rojas y sin una ordenación y orientación aparente. Las piedras tienen un tamaño muy variable, algunas métricas, son angulosas y corresponden a fragmentos de rocas calizas, dolomías, conglomerados e incluso rocas metamórficas. No se observa una estratificación planar clara, sino más bien barras de sedimentos que se acuñan lateralmente y los paleocanales por los que el delta distribuía el agua y el sedimento y que se entrelazan entre sí. Todas estas observaciones nos indican que se trata de materiales generados en Sierra Espuña y que fueron transportados y depositados por grandes y repentinas avenidas, sin un cauce definido, lo que lo geólogos llamamos flujos de barro de un abanico deltaico.

    De nuevo la senda cruza el cauce de la rambla, en el aflora de nuevo la formación marina de Aledo, pero con la sorpresa que tiene una tonalidad blanca y un aspecto más calcáreo y duro. Efectivamente si la observamos con detalle nos daremos cuenta que se trata de una caliza arrecifal. En épocas donde no habían aportes de sedimentos por el delta, los corales, en este caso del género Tarbellastraea sp., colonizaban el medio marino, los propios montículos generados por los aportes. Sin embargo, nunca pudieron hacerse importantes edificios coralinos, por las sucesivas avenidas que destruían los corales y hacían que proceso comenzase de nuevo. Todos los arrecifes que vemos en los alrededores de Aledo, sufrieron este proceso y realmente son pequeños parches arrecifales. El enterramiento rápido por los sedimentos del delta hasta prácticamente nuestros días, ha impedido la carstificación de muchos de estos corales y ha dado lugar a su excelente conservación.

    Los procesos de erosión actuales también son visibles en este punto del recorrido, un importante conducto erosivo circular se ha formado en uno de los pequeños barrancos de la margen izquierda de la rambla, dando lugar un buen ejemplo de procesos de sifonamiento, o piping. La senda asciende y su pendiente está favoreciendo también la erosión de la misma. La senda termina en el camino asfaltado de acceso al estrecho, junto a otro puente de traviesas, bajo él podemos ver el didáctico proceso de tubificación y erosión remontante.