Esta zona es la cabecera de la llamada rambla de los Molinos, donde confluyen varias ramblas (Río, Celada) y barrancos procedentes de Sierra Espuña. Bajando por el camino podemos ir ya disfrutando de las terrazas fluviales formadas por gravas rojas que esta rambla fue dejando en sucesivas avenidas, ahora los cultivos tradicionales aprovechan la fertilidad de sus suelos.

    Respecto al contexto geológico, forma parte de la cuenca terciaria de Lorca y aquí se pueden observar tres formaciones estratigráficas, margas de Carivete, areniscas de Aledo, ambas originadas en medios marinos, y las ruditas detaicas de Nonihay. La descripción y su historia geológica se describen en el Lugar de Interés Geológico Pueblo de Aledo.

PRIMERA PARADA
El recurso agua, el molino Nuevo, corales y pilancones

    Cuando veamos una construcción en ruinas hemos llegado a nuestro destino. Pronto nuestra ansia de saber nos hará preguntarnos de qué se trata. La respuesta es que es el llamado molino Nuevo de Patalache, hecho en la primera mitad del siglo XIX, el último construido de los once molinos que existen a lo largo de toda la rambla y que según distintos documentos comenzaron a construirse en la baja Edad Media, con sistemas hidráulicos de procedencia islámica.

    Los molinos se servían del agua de los numerosos manantiales que existen en la zona, no del agua que bajaba esporádicamente por el cauce de la rambla del Molino, ya que está baja intermitentemente y de forma violenta en las sucesivas avenidas, lo que impide su utilización porque destruiría la maquinaria. El agua de estos manantiales se canalizó y embalsó, para su uso tanto para los molinos como para riego y todavía hoy día funcionan muchas de ellas con éste último fin.

    Palao García y otros investigadores cuentan que el molino que se visita responde al sistema de Cubo que se utiliza en aquellas zonas donde la fuerza motriz del agua no es suficiente para la molienda. El agua que procede de la fuente del Río, hoy seca, es conducida por una acequia de unos 30 metros de larga que atraviesa la rambla del Molino mediante un acueducto con un arco para dejar paso a las eventuales avenidas de este cauce. La acequia desemboca en una estructura cilíndrica vertical, de nueve metros de profundidad, denominada cubo, y construida de piedra y argamasa. El agua al caer por este cilindro adquiría la velocidad suficiente para hacer funcionar la maquinaria del molino. La casa, donde se encontraba la maquinaria está formada por dos plantas, cuyo piso superior se utilizaba como almacén y vivienda.

    Toda esta red de molinos de cereales, sus acequias, balsas, sus entresijos históricos y tradiciones, constituyen un patrimonio industrial, histórico y etnológico excepcional en la región de Murcia, con un potencial cultural y turístico inigualable. Se podría seguir el ejemplo de Taramundi, en el occidente de Asturias, donde muchos de sus molinos y otras instalaciones hidráulicas están restauradas, en funcionamiento y musealizadas, siendo una importante fuente de recursos turísticos de calidad para esta población.

    El molino en ruinas, se asienta sobre areniscas calcáreas de la formación Aledo (ver el lugar de interés geológico del pueblo de Aledo). Estas areniscas, en ocasiones y a lo largo de toda la cabecera de la rambla del Molino contienen fósiles, bioturbaciones, e incluso se transforman en verdaderas calizas arrecifales que evocan su origen marino. En el cauce de la rambla, en el borde de un precipicio que rompe bruscamente su pendiente, las calcarenitas han sido esculpidas por la acción disolvente del agua dando lugar unas peculiares oquedades de contorno alargado, denominadas pilancones o marmitas de gigante. Con suerte los podremos ver rellenos de agua, favoreciéndose así la comprensión de este proceso de meteorización química. Mientras se visita este punto nadie sospechará de la hermosura que tiene bajo sus pies, una sorpresa que el guía del grupo se puede reservar descubrir un poco más adelante.

    Desde aquí, debemos observar el acueducto que llevaba el agua al molino. Nos llamará la atención como se ha adosado a él, una hermosa formación de travertinos de varios metros, quizás escape continuo de agua por alguna rotura. Nos servirá para entender que el tiempo en geología es muy relativo, tenemos procesos muy lentos, los movimientos de las placas tectónicas por ejemplo, o muy rápidos, en este caso la formación de estas rocas en pocos cientos de años.

SEGUNDA PARADA
Agua, acequias, rocas y modelado

    Bajamos por un camino, en cuya margen izquierda existe un brazal, hoy en desuso. El paso continuado y el desbordamiento del agua por este cauce permitió la precipitación de carbonatos y la formación en sus márgenes de algunos de los travertinos, que hoy podemos observar. Una vez que llegamos abajo haremos un alto en el camino al quedarnos boquiabiertos viendo el paisaje que la Naturaleza y esfuerzo del ser humano, nos han legado por la simbiosis de geodiversidad, vegetación y conducciones de agua.

    Sobre nuestros pies, y como si fuera un relajante fondo musical, escuchamos el agradable rugir del agua que discurre por una acequia que la recoge de un manantial próximo, la fuente de Allabajo. Si seguimos la acequia contra corriente llegamos al nacimiento, donde ésta, entre una densa vegetación, se transforma en una galería subterránea que busca este preciado recurso, que nace del contacto entre rocas permeables, areniscas, e impermeables, margas de la formación Aledo. El agua fluye hacia el molino Cavero, uno de los más antiguos de la zona y que todavía hoy podemos observar sus ruinas.

    Si miramos hacia el Patalache, veremos una pared vertical constituida en su base por margas blancas delesnables, y la parte superior por calcarenitas, más duras. Esta diferencia de dureza ha hecho que el agua de la rambla erosione con más facilidad la base del cortado, produciendo un descalce que ha dado lugar a la caída de grandes bloques. En estas paredes es común ver aves rupícolas que adornan con sus vuelos este sobrecogedor e íntimo rincón. Pero quizás de todo ello lo que más sorprende es el precipicio sobre el que se asiente el molino Nuevo, antes comentado. En sus paredes, cuelga una bella formación travertínica de color pardo-rojizo. Una antigua cascada de agua petrificada, que hoy se muestra como una cortina de piedra, como si quisiera esconder algún tesoro natural tras ella. Efectivamente, esta formación colgante, deja en su interior una pequeña y hermosa oquedad llamada la cueva de la Mauta.

TERCERA PARADA
La cueva de la Mauta, antigua cascada pétrea

    Bajamos un escalón hacia otra acequia sin agua que nos llevará hacia la cueva. Los molinos que hay aguas debajo de la rambla parece ser que primordialmente se nutrieron también del agua que por la cueva surgía y por esta acequia se transportaba, allá por el siglo XIII. Llevando cuidado con la exuberante vegetación de cañas y zarzas, se pasa por una pequeña senda casi escondida, hasta llegar a la cueva. Efectivamente aquí se cumple el dicho de que en lo pequeño está la esencia, sus paredes y techo son un mosaico pétreo de mineralogía y paleobiodiversidad; troncos, raíces, hojas, e incluso inflorescencias pretéritas han fosilizado para el deleite del que visita este paraje natural.

    El proceso geológico de formación y destrucción de travertinos aún hoy permanece activo, incluso todavía se puede ver una pequeña surgencia, casi constante, que sale por la bocamina de una galería que se hizo para extraer el agua (figura 2). Aquí se originan precipitados químicos blanquecinos sobre los vegetales que han encontrado su hábitat idóneo. Un libro que espera sea abierto por los científicos de la Naturaleza, que lleva escrito y espera enseñar a la sociedad los detalles de los procesos geológicos, que han condicionado biodiversidad, los cambios climáticos y la actividad humana del pasado reciente de este rincón murciano.

CUARTA PARADA
Delta y playas

    Antaño, en la ladera oeste del cabezo del Molino, se conservaba, un didáctico ejemplo de lo que los geólogos llaman cambios de facies. Un cambio litológico que se generó cuando el delta de Nonihay mezclaba las avalanchas de materiales rojos que traían las ramblas de Sierra Espuña con las arenas costeras. Hoy día esta ladera ya no sirve para explicar estos aspectos geológicos, pero como si se resistiera a perder su vocación didáctica, ahora explica la capacidad que tiene el ser humano para modificar, para destruir, lo que la Naturaleza ha dedicado millones de años. Merece la pena acercarse hasta allí para hacer una buena foto de toda la cabecera de la rambla del Molino, para ver los restos de los organismos cuya existencia generó estas rocas, las cuales a su vez guardaron entre sus entrañas durante millones de años, recursos geológicos y cultura.