Detalle de las cornisas en las areniscas pliocenas
Detalle de las cornisas en las areniscas pliocenas
Antonio del Ramo
Detalle de la plataforma de abrasión. Obsérvese el sistema de diaclasas que afecta a las riodacitas y el desarrollo de pilancones por procesos de meteorización física y química
Detalle de la plataforma de abrasión. Obsérvese el sistema de diaclasas que afecta a las riodacitas y el desarrollo de pilancones por procesos de meteorización física y química
Antonio del Ramo

    La primera parada se localiza al norte del camping de Bella vista, justamente en el rompiente de las olas, donde podemos observar areniscas y conglomerados marinos del Pleistoceno, con restos de Strombus bubonius, que nos informan de una época de clima más cálido que el actual.

    La segunda parada se realiza en Calarreona, más concretamente, frente al albergue de este mismo nombre, donde observaremos, sin peligro de caídas por precipicios, los sedimentos marinos (areniscas limosas y lumaquelas amarillentas) y los restos fósiles de los organismos marinos (algas rojas, briozoos, terebrátulas, pectínidos, ostreidos, etc.) de finales del Terciario, recubiertos de depósitos cuaternarios conglomeráticos con cantos de esquistos, micaesquitos con granates, mármoles, cuarcitas, etc.

    En la tercera parada en La Carolina se propone un recorrido bordeando por la cara oeste el tómbolo de La Carolina. En este recorrido se observan los sedimentos limo-arenosos pliocenos, que antes de ser expoliados por coleccionistas estaban plagados de restos de invertebrados marinos, aun así, con algo de suerte podremos observar algunos restos de colonias ramificadas, en copa y rodolitos de briozoos, varias especies de terebrátulas y otros braquiópodos; numerosos géneros de bivalvos (Ostrea, Spondylus, Anomia, Pecten, Aequipecten, Chlamys, Amusium, etc.); algunos gasterópodos (Scalaria, Conus y Turritella) y erizos de mar (Clypeaster, Cidaris, etc.). También observaremos los efectos del viento (corrosión y deflación), las sales (haloclastia) y el agua (hidroclastia y disolución) sobre los sedimentos pliocenos originando erosión alveolar, tafonis y cornisas.

    Un segundo recorrido, peligroso si no se tienen en cuenta las recomendaciones, será el ascenso hasta la parte superior de La Carolina para observar, sin acercarse al cambio de pendiente, la alternancia de emisiones piroclásticas (niveles oscuros con fragmentos de rocas) y de lava (niveles grises), y el modelado litoral en acantilados y playas. En la cima del montículo se conservan conglomerados marinos pleistocenos con muy escasos restos de gasterópodos, lo que nos informa del ascenso isostático que a sufrido esta zona en los últimos 200.000-100.000 años, aunque para su observación se recomienda realizar la primera parada propuesta., donde los restos de Strombus bubonius son muy abundantes.

    Este trayecto puede ser sustituido en la época estival por un recorrido por la cara este, por la plataforma de abrasión tallada por el mar en los materiales volcánicos. En él observaremos: la plataforma, donde existen numerosos pilancones generados por la acción de las aguas (hidroclastia) y las sales marinas (haloclastia) sobre el material volcánico; la red de diaclasas que cortan los materiales volcánicos; el proceso de socavamiento (nicho basal) que realiza el oleaje sobre el acantilado; y la naturaleza y disposición de los materiales volcánicos, que aunque mucho menos espectacular y sobre materiales terciarios, podemos también observar en el flanco sur de la cala.

    Para finalizar se puede ascender a este flanco, que delimita la cala por el sureste, y desde allí realizar algunas fotografías panorámicas del tómbolo que forma La Carolina, al estar unida al resto de la costa por una barra arenosa.