José Antonio López Espinosa
Hierba anual, parece que en ocasiones de tendencia perennizante, de hasta 60-70 cm de altura, con tallos erguidos y de –al menos– base lignificada (dura, como leñosa), a veces sin ramificar, o apenas, pero mayoritariamente con ramas horizontales o de esta apariencia. Hojas con peciolos largos, redondeadas, reniformes (con forma de riñón) o cordadas (con forma de corazón), cuyo limbo tiene hasta 10-12 cm de longitud y está bordeado por 5-7 lóbulos redondos y crenado-dentados. La superficie foliar, y toda la planta, se presenta cubierta de una densa pilosidad de pelos estrellados y tiene coloración verde-grisácea. Flores agrupadas en fascículos axilares, densos, en grupos de dos a seis, pentámeras. Piezas del epicáliz oblongas o subovadas, soldadas sólo en la base; piezas del cáliz anchamente ovadas o subtriangulares, persistentes en la fructificación. Pétalos rosados, que no se solapan, o muy poco, con venación y manchas basales purpúreas; grupo de estigmas blanco, sin color. Fruto de tipo esquizocarpo (típico de malváceas), discoideo (redondo y aplanado), formado por 7-10 mericarpos (semillas).
Hábitat y distribución
Crece en arenales costeros, en la primera línea de dunas o en superficies de arenas llanas, incluso en aquellas allanadas artificialmente, por limpieza de playas y parcelas, obras, etc., es decir, con perturbación reciente y cierto componente de nitrificación. También se ha indicado, en otros territorios, en fisuras de rocas litorales. Se trata de una planta del Mediterráneo occidental, distribuida por diversas localidades de las costas norteafricanas y de la mitad sur de España y Portugal. En la Región de Murcia se conoce de varias localidades del entorno del Mar Menor, en Los Urrutias y –principalmente– en La Manga (Cala Córcolas, Veneziola, Matas Gordas, Punta del Pudrimel, Playa del Pedrucho, Marchamalo, etc.), así como en la cercana Isla Grosa y en la Playa de Percheles (Mazarrón).
Observaciones
El botánico burgalés Sagredo, el Hermano Rufino como religioso, indica en su Flora de Almería, de 1987, que, por entonces, en junio de 1986, a sus 87 años, cuando visita por fin la Isla de Alborán, localiza una “planta norteafricana, y que de toda Europa sólo se encuentra en ese rincón europeo de la isla, una malvácea denominada Lavatera mauritanica”. Señala y destaca, por tanto, de forma muy oportuna y descriptiva, en un apartado especial de su flora de la vecina provincia almeriense, la rareza y singularidad de esta planta que es, incluso tres décadas después, muy desconocida, por escasa y –sobre todo– puntual, debido a su naturaleza de especie anual y efímera, que coloniza un año y puede desaparecer al siguiente de los arenales y dunas próximos al mar. Esta circunstancia ha propiciado, casi con toda seguridad, que no haya sido citada como especie nueva para la Flora de Murcia hasta 2017, si bien esto se ha producido de forma importante a la irregularidad con la que –actualmente– los botánicos regionales publican sus notas corológicas.
Las plantas ibéricas, distribuidas por las costas de la mitad sur peninsular, se han adscrito tradicionalmente a la subespecie davaei; la subespecie típica, que es propia del noroeste de África (Marruecos), de color pardo e inflorescencia laxa, se ha indicado en la isla española de Alborán.
Especie no protegida por la normativa regional (Decreto 50/2003, BORM núm. 131), que tiene la consideración de “Casi amenazada” en la Lista Roja de la Flora Vascular Española (Moreno coord. 2010).
Para diferenciarla de la malva de arbolico (Lavatera arborea), que es similar y puede o suele presentarse en su mismo hábitat, hay que fijarse detenidamente en determinadas características de la malva mauritánica (Lavatera mauritanica): su carácter manifiestamente anual, las piezas del epicáliz libres o solo soldadas en la base, la tonalidad rosada de las flores, que son también comparativamente menores, el grupo central de estigmas blanco, etc.
José Antonio López Espinosa
