El Cañarico
Hoja de higuera (Ficus carica)
José Antonio López Espinosa
Cartagena
Higos maduro abierto de higuera (Ficus carica)
A. García

    Árbol dioico de hasta 5 m, copa redondeada y amplia, tronco grueso, corto y grisáceo. Hojas caducas, grandes, habitualmente mayores de 20 cm de longitud, con peciolo largo, palmeadas, de lóbulos profundos, ásperas, con haz verde oscuro y envés más claro, tomentoso, de nerviación marcada. Flores muy pequeñas, encerradas en el interior de un receptáculo carnoso denominado sicono, presente en las axilas, generalmente solitario o en pares. El sicono presenta un único orificio, muy estrecho, por donde debe acceder el polinizador, muy específico, una pequeña abeja del género Blastophaga. Fruto carnoso, con forma de pera o globoso, que presenta estrías cuando madura: el higo.

Hábitat y distribución

    La higuera común es una planta de origen asiático, presente desde tiempos ancestrales en la cuenca mediterránea, donde se naturaliza con frecuencia. Está ampliamente extendida por toda la Península Ibérica y en la Región de Murcia es habitual encontrarla plantada en pequeños huertos -casi nunca falta-, en número reducido (porque cada higuera produce cientos de frutos), sobre todo en linderos de cultivo. De forma espontánea crece en roquedos, donde algún pájaro ha excretado en sus heces las semillas, también en ribazos.

Observaciones

    Las higueras son árboles dioicos, y presentan pies masculinos y pies femeninos. La mayoría de las especies del género Ficus son plantas tropicales, si nos fijamos bien en la ramificación veremos claramente esa tendencia lianoide e intrincada.

    Los frutos, al caer al suelo, están muy maduros y sus azúcares fermentan, produciéndose sustancias alcohólicas muy apreciadas y del gusto de los jabalíes y otros animales, que las buscan por sus efectos embriagadores y, literalmente, "se emborrachan".

    Aunque el higo es un fruto de segunda categoría, por su difícil transporte y almacenamiento, que para consumirse fresco debe recolectarse como mucho unos pocos días antes, un producto típico murciano son los higos secos, cubiertos de una fina capa de harina, y el pan de higo, que se obtienen al dejar secar los frutos de la higuera al sol, durante poco más de una semana.

    Por San Juan la higuera produce la primera generación de frutos, las brevas, de mayor tamaño y dulzor, muy apreciadas por escasas. No todos los años a quien le gustan los higos come brevas, es muy común que el árbol las produzca en poca cantidad y den cuenta de éstas los pájaros. En septiembre se da la segunda generación de frutos y la más prolífica, rara es la higuera que ve recolectada todos sus frutos al final del verano, como cada año muchos de ellos caen al suelo.

    Muchas partes de la planta producen latex, es decir, cuando son cortadas expulsan un líquido blanquecino y pegajoso, algo caustico, que por su pH puede causar picaduras e irritación en la piel. Se trata de una sustancia de desecho, que acumulan muchas plantas en sus tejidos y que los hace poco palatables, cuando no tóxicos, para los herbívoros.

    En la Región de Murcia son frecuentes los ejemplares naturalizados, que a lo sumo llegan a ser un pequeño arbolillo. Por lo general presentan porte arbustivo, sin tronco y están ramificados desde la base, desarrollándose de forma retorcida y desafiando a la gravedad sobre el cortado de paredones. Estas higueras silvestres o asilvestradas, propias de roquedos, que colonizan hasta pequeñas fisuras, reciben el nombre de cabrahigo.

    Plantadas en huertas y en terrazas de cultivo de secano, además de las variedades típicas (verdales y negrales), se encuentran higueras de higos cada vez más raros y escasos (rojetes, etc.), incluso algunas de las más viejas y decrépitas pueden corresponder a cultivares únicos, posiblemente al borde de la desaparición.

   Las hojas de la higuera son de las últimas en caer de los árboles caducifolios en la Región de Murcia y anuncian que el invierno ha llegado definitivamente para quedarse. Cuando brotan de nuevo, a finales de febrero o a comienzos de marzo, tampoco hay vuelta atrás, la primavera despierta y no volverá el frío invernal.

José Antonio López Espinosa