Una zona abrupta y
El horizonte a través del arco de Santa Elena

El tramo montañoso que se extiende entre La Azohía y Cabo Tiñoso delimita un litoral abrupto y muy bello. Es, indudablemente, uno de los rincones más emblemáticos y hermosos de la Región de Murcia. Los imponentes y, a veces, aterradores acantilados están constituidos por una textura que mezcla las calizas y las dolomitas del Triásico, unos elementos que se alzan espectacularmente desde las grandes profundidades hasta alcanzar alturas sobre el nivel del mar que oscilan entre los 20 y los más de 200 metros. La mirada aquí genera sobrecogimiento y admiración. No hace falta preguntar el motivo.

El Arco de Piedra en el mismo Cabo es, como se puede advertir, uno de los elementos geomorfológicos más singulares y peculiares que se pueden divisar en la costa murciana. Genera admiración en el viajero, en el turista, e incluso en el lugareño el hallar tanta luz, tanta paz, así como una abundancia de matices y de colores. Cuando contemplamos la panorámica que nos regala este enclave parece como si el tiempo se hubiese detenido.

Esta zona posee una situación estratégica más que privilegiada. Es una atalaya excepcional. Goza, asimismo, de una amplia visibilidad. Ha pertenecido hasta hace poco al Ejército, que durante muchos años tuvo abierta una batería de costa, de la que quedan signos evidentes. Las Administraciones Públicas deben emplearse a fondo para preservar estos bienes de interés general. Por desgracia, denotamos un cierto abandono.

Aquí, como en tantas zonas y en tantos enclaves de la costa, podemos ver las famosas erosiones de piedra junto al mar. El viento y el agua han labrado en la montaña figuras estrambóticas y una fisonomía a menudo caprichosa que resultan muy interesantes para los visitantes. Se nos antoja como si se tratase de una ciudad fantasma. Este tipo de erosiones nos las iremos encontrando también a lo largo de los desfiladeros que rodean el entorno del que estamos hablando.

La mayoría de los espacios de esta zona de la costa murciana son de todo género y tesitura: los hay de suave declive y, asimismo, se encuentran paisajes agrestes y vírgenes que, en su conjunto, crean una belleza especial.

Como en numerosos lugares de la Comunidad Autónoma murciana, podemos disfrutar en este paraje de una extraordinaria temperatura, con medias en invierno de unos 20 grados centígrados, al tiempo que podemos deleitarnos con una peculiar luminosidad del sol, del mar y de un paisaje mediterráneo árido en el que predomina el esparto, el romero y el palmito. Todo ese conjunto tiene un sabor muy característico que conviene que no nos lo perdamos bajo ningún concepto.