La Infanta Isabel donó un alfiler de oro para corbata
La Infanta Isabel donó un alfiler de oro para corbata

    La mayoría de los participantes llegaron a Murcia en el tren especial del Miércoles Santo. Los competidores se alojaron en el Hotel Universal que estaba completamente ocupado por las fiestas. Debido al aluvión de visitantes los propietarios del hotel tuvieron que habilitar camas suplementarias en las habitaciones.

    El viernes, 13 de abril, se celebró una reunión en la sala de armas del Casino a la que acudieron los tiradores, la junta organizadora y numerosos aficionados. En este encuentro se ultimaron algunos detalles como la elección del jurado que quedó compuesto por el Marqués de Cabriñana, Luís de Villate, Ricardo Guardiola, José Servet y Manuel Aguirre, y el nombramiento de los jueces de asalto que recayó en Juan Arregui y José Rodríguez Sedano, discípulos de la sala de armas del Centro del Ejército y la Armada, quienes intentaron participar en el torneo, aunque su inscripción no fue admitida por haber sido presentada fuera de plazo. Asimismo, se realizó el sorteo, se fijó el tiempo de asalto en siete minutos y se decidió que a mitad del asalto los tiradores cambiaran sus posiciones para que el jurado y los jueces de asalto pudieran apreciarlos en igualdad de condiciones

Entrenamientos previos

    En los días previos al torneo la sala de armas del Casino estaba ocupada desde las 6:00 de la mañana a las 0:00 de la noche. Durante este tiempo algunos de los participantes se dedicaban a entrenar, mientras que otros se ofrecieron a dar lecciones al público asistente.

    La junta organizadora tuvo que conseguir a última hora el dinero destinado a los premios. El Ministro de Fomento había comunicado que no tenía en su presupuesto ninguna partida de la que poder disponer para este torneo. El Ministro de la Guerra se comprometió a pagar el dinero de los premios, pero al final renunció porque no había consignación. Posteriormente, los organizadores se dirigieron al Ayuntamiento, pero el alcalde les comunicó que ya tenía distribuidos los fondos dedicados a las fiestas.

Los premios

    Finalmente, los propios organizadores corrieron con los gastos y ofrecieron, tal y como habían anunciado, dos primeros premios de 500 pesetas cada uno para los maestros vencedores y, a solicitud de los tiradores, 125 pesetas para los finalistas. Para conseguir los premios destinados a los aficionados la organización entabló contacto con la Reina Regente y con la Infanta Isabel a quienes se solicitó algún objeto de valor. La primera remitió una medalla de oro que sería entregada al vencedor en florete, mientras que la Infanta Isabel envió un alfiler de corbata de oro que sería entregado al vencedor en sable.

    El Teatro Circo Villar se acondicionó para albergar el torneo. El salón de café quedó convertido en una sala de armas, levantando un tablado a 75 centímetros de altura, con unas dimensiones de ocho metros de largo, por cinco de ancho. Sobre el tablado se elevó el suelo de linóleo y las escalerillas para dar acceso a los tiradores. Al pie del tablado se colocaron varias butacas para los jueces de asalto y el jurado. En otro salón interior de grandes dimensiones quedó instalado el vestuario, en el que se habilitó un armario para cada competidor. Asimismo, se acondicionó una habitación próxima a la sala de café para que el jurado se retirara a deliberar.