Primeros descubrimientos

    Las muestras de cerámica más antiguas se han descubierto en zonas donde existieron asentamientos agrarios estables, siendo los primeros objetos encontrados pequeñas figuras votivas que se utilizaban en ceremonias religiosas o mágicas de hace doce mil años. 

    Inicialmente se modelaban figuras con formas familiares para los artesanos (frutas, cestas, recipientes, etc.) pero más tarde, con el descubrimiento del metal, se imitaban las piezas realizadas con este material.

    Los primeros elementos de cerámica de los que se tiene noticia proceden de Egipto y Próximo Oriente, conociéndose ya en el siglo V a. C los objetos de alfarería de color, así como los primeros barnices, aunque muchos no se han conservado debido a que se cocieron a una temperatura muy reducida.

    De forma paralela a la evolución de la alfarería, se desarrolló la manufactura y decoración de ladrillos y azulejos, empleándose normalmente arcilla sin cocer mezclada con paja como refuerzo, aunque para los grandes edificios públicos se utilizaban piezas modeladas y cocidas, que eran más duraderas y elegantes.

Evolución

    La evolución de la técnica permitió producir objetos de alfarería y cerámica en cantidades suficientes como para establecer intercambios comerciales entre distintas regiones. Uno de los descubrimientos más importantes fueron las técnicas cerámicas de alta temperatura, que datan de los siglos III y IV a.C.

    En Europa ya se practicaba la alfarería dos o tres mil años antes del inicio de nuestra era, pero fue especialmente en las rutas comerciales (marítimas y terrestres) del Mediterráneo y Oriente Próximo donde alcanzó un mayor desarrollo.

    Las técnicas y diseños utilizados en las sociedades agrarias rudimentarias evolucionaron tras la conquista del Imperio Romano, ya que la cerámica tuvo que adaptarse a su elevado nivel de estilo y calidad. Son importantes las piezas con decoración en relieve, imitando las técnicas de moldeado de metales.

    Tras el declive romano y las influencias bárbaras, se produjo un estancamiento en cuanto a calidades, técnicas y diseños en Europa, mientras que continuaba su evolución en China. Aunque en el siglo XII, se produce un notable progreso debido a la inevitable influencia árabe, especialmente en el uso de los esmaltes y el alicatado de las fachadas de estilo persa.

    El barniz de estaño, originario de Próximo Oriente, se introdujo en España a través de Mallorca, de ahí su denominación de mayólica. Se producían entonces objetos con color aplicado sobre el barniz y cocido en el mismo proceso que la pieza, para que el dibujo quedase protegido por la cubierta. Esta técnica y la de pintar con esmalte sobre barniz cocido dominaron la cerámica europea hasta el siglo XVIII.

Tradición actual

    Por razones de economía y estética, aumentó el interés por fabricar piezas de auténtica porcelana, y gran parte de los experimentos para su reproducción fueron promovidos y financiados por la aristocracia europea.

    En 1860, el inglés William Morris protagonizó el llamado 'renacimiento de las artesanías', ya que perseguía mejorar la calidad de las piezas mediante una concepción más artesanal de los sistemas de producción.

    En la actualidad, la mayoría de los artesanos del mundo trabajan conforme a esta tradición. La industria se divide en la producción de objetos de uso doméstico y los de uso industrial, cuyas formas y calidades influyen de forma considerable en el trabajo de los creadores de cerámica artística.

    Pero también deben ser destacados otros cambios actuales: Este sector es cada vez más importante en la decoración de exteriores; se ha pasado de producir por encargo a hacerlo habitualmente, con el fin de almacenarlo y tener los objetos disponibles en función de la demanda de una forma rápida y eficaz; y finalmente, el tradicional artesano se ha visto forzado a transformarse durante los últimos años en un comerciante puesto al día en las más recientes novedades tecnológicas.