Se abren las puertas del Santuario [Totana_Fiestas de La Santa]
Se abren las puertas del Santuario
Juan Cánovas Mulero
Santa Eulalia es llevada a hombros [Totana_Fiestas de La Santa]
Santa Eulalia es llevada a hombros
Juan Cánovas Mulero

La Orden de Santiago

    Existen diversas leyendas sobre el Santuario totanero de La Santa y su origen, pero sus raíces son claramente históricas.

    La Orden Militar de Santiago situó algunas de sus primeras fundaciones en Extremadura, y la mártir Santa Eulalia era patrona de Mérida. Los caballeros santiaguistas trajeron esta devoción a Sierra Espuña, cuando se reconquistó el Reino de Murcia en el siglo XIII.

    Desde 1257, Aledo y su arrabal, así como Totana, pertenecían a la Orden de Santiago, por donación de Alfonso X el Sabio. En 1335 el lugar fue revitalizado por el comendador Pedro de Soto como centro devocional, instalando a un ermitaño para custodiar al templo.

Santa Eulalia de Mérida patrona de Totana

    Existe documentación de 1494 en la que se recoge que era un lugar muy devoto de las gentes que tenían en la virgen gran devoción. Desde el siglo XVI la ermita de Santa Olalla de Mérida fue ampliada, gracias a las numerosas limosnas y la iniciativa del Concejo de Totana. De esa etapa data el magnífico artesonado mudéjar.

    En 1606 Diego Ramírez de Arellano, Visitador General de la Orden de Santiago, se escandalizó al comprobar que las gentes de Totana dormían y bailaban en el interior del santuario cuando iban allí en procesión. Su informe ofrece la primera noticia escrita de la existencia de las romerías a La Santa. Dictó severas prohibiciones para guardar el decoro dentro del recinto sagrado, pero ni las autoridades eclesiásticas ni las civiles cumplieron con ellas. Esto viene a indicar que las celebraciones en honor de la Santa eran uno de los mayores entretenimientos de los totaneros en aquella época.

    En 1644 el Concejo de Totana eligió nombrar como patronos de la localidad a la mártir Santa Eulalia de Mérida, por su mediación y beneficios, y al apóstol Santiago el Mayor.

    En 1674 se concluyó la decoración pictórica del templo, donde se representan milagros atribuidos a la Santa, la Pasión de Cristo y escenas de la vida de San Francisco de Asís y de los Santos Padres del Desierto.

    En el siglo XVIII, el lorquino Jerónimo Caballero construyó el actual camarín, llevándose a cabo también la nueva Sacristía. De esta forma el templo adquiría su aspecto actual, con el color rojizo de la tierra almagra propia de los montes circundantes.

Devoción popular: romerías y rogativas

    Desde el principio, la devoción popular a Santa Eulalia se manifestó en actos colectivos. Se acudía al santuario en grupo, debido a la peligrosidad del lugar en que estaba emplazado el santuario. Un lugar alejado, a medio camino entre Aledo y Totana, en mitad de los bosques de Espuña, y en una época en la que se podía encontrar en el camino un ataque de lobos o de frío. Esas celebraciones colectivas son el origen de la actual romería a la Santa.

    El Santuario dependía del Concejo de Totana, que lo convirtió en el centro de culto más importante de la villa. Su fama ya tenía dimensiones comarcales en el siglo XVII, y regionales desde los primeros años del siglo XVIII.

    Como la Santa no bajaba a Totana, salvo en casos excepcionales, la escasez de procesiones en honor de la patrona (muy comunes en la Edad Moderna) se suplían con romerías.

    Desde el siglo XVI hasta fines del XIX, se celebraban tres romerías anuales al monte. La primera se realizaba el 15 de agosto, festividad de la Asunción de la Virgen, patrona de Aledo y a su regreso a Totana se pasaba el día de romería en La Santa. Otra de estas romerías tenía lugar durante la feria de septiembre y la tercera se celebraba el 10 de diciembre, Día de Santa Eulalia.  Las causas que explican esa tendencia de los totaneros a subir al monte son dos: rendir culto a su patrona y pasar unos momentos de diversión para alejarse de las obligaciones del trabajo y la vida cotidiana.

    Según José María Munuera y Abadía, durante siglos, ante penalidades y catástrofes naturales, la mirada de los totaneros se volvía hacia la Santa. Con intención de rendirle culto, desde época inmemorial, cada 10 de diciembre se iba en romería al monte para celebrar misas y feria. Como el lugar era sombrío y las fechas frías, hombres y mujeres se resguardaban en el interior de la ermita, donde los mayordomos les proporcionaban comida y bebida para aguantar la noche, que transcurría entre bailes y corros.

    Las dificultades que imponía el invierno redujeron la asistencia de fieles notablemente, por lo que en 1756 se obtuvo del Papa Clemente XIII la indulgencia plenaria y el perdón de los pecados a los fieles que acudiesen a la ermita en dicha fecha.

    Por otro lado, a iniciativa del Concejo, se acudía a la ermita en rogativa. El pueblo totanero se trasladaba en masa al santuario y, tras oír misa, se reunían con ramas de árbol formando una cruz en sus manos, iniciándose una procesión al mismo tiempo que los niños cantaban coplas pidiendo agua. Una vez realizada la petición, el Ayuntamiento repartía una hogaza de pan a los romeros, siendo éste el único alimento que tomaban en todo el día como muestra de penitencia y ayuno.

Evolución de la actual romería

    La romería de Santa Eulalia alcanzó su esplendor en los siglos XVI y XVII.

    En el XVIII aparecen nuevas formas de entretenimiento lo que, unido a las duras condiciones del clima invernal, motivó que el número de asistentes a la romería se redujese notablemente, siendo casi todos pobres. Éstos más que por devoción acudían por la comida, los bailes y la diversión.

    Ello no le parecía apropiado al Concejo, tratándose de la patrona de Totana, y decidió tomar medidas. En 1777, acordó que estos problemas cesarían si se bajaba a Santa Eulalia el día de su festividad a Totana, y después era subida de nuevo a su santuario en romería. De esta manera, la romería de la Santa se convirtió en algo distinto, convirtiéndose en el germen de las actuales celebraciones.

    Durante más de un siglo, la romería de regreso de Santa Eulalia al monte se celebró el 11 de diciembre. Pero desde 1879, a propuesta del cura Francisco Vigueras Córdoba, se decidió dejar a la patrona en la parroquia de Santiago durante unos días más. Sería el Ayuntamiento, en sesión plenaria, el encargado de decidir el día de la romería. Normalmente, la fecha elegida era el 27 ó 28 de diciembre, aunque cada vez se prolongaba más la estancia de la patrona en Totana.

    En su 'Estudio Histórico sobre las Fiestas de Santa Eulalia' (La Voz de Totana, número 35), José María Munuera mostró como en 1888 las fiestas eran ya muy similares a como han llegado hasta la actualidad. Sin embargo, este erudito echaba en falta la existencia de una Hermandad de Santa Eulalia, cuyo objetivo sería rendir culto durante todo el año a la patrona y formar un coro infantil.

    La documentación conservada no permite asegurar con precisión el año en que se fija el 7 de enero como día de la subida. Pero debió suceder entre 1899 y 1903, años ambos en los que la documentación municipal aluden a esa festividad situándola el 7 de enero. Por tanto, desde los albores del siglo XX, la romería se celebra 'a excepción de los años de la Guerra Civil (1936-1939)' en la fecha actual del 7 de enero.

    En consecuencia, cada 10 de diciembre, Santa Eulalia es bajada en medio de cantos de alegría hasta la Ermita de San Roque. Desde allí parte una procesión hasta la Iglesia Parroquial de Santiago. En dicho templo permanece hasta el día 7 de enero, cuando en las primeras horas de la mañana se le lleva de nuevo al monte.

    Ese día Totana entera se echa a las calles para cantar y dar vivas a la patrona. La Romería de la Santa es el día grande en esta localidad del Guadalentín. Los pinares del monte se llenan de romeros, dispuestos a pasar el día entre viandas y bailes populares. Los cohetes avisan de la proximidad de la imagen en su camino hacia el santuario. En las últimas rampas el gentío apenas deja avanzar a la comitiva.