Situado en la plaza del Cardenal Belluga se alza, junto a la majestuosa fachada de la Catedral, el Palacio Episcopal. Se dice que cuando el Obispo Mateo decidió la construcción de una residencia desde la que se pudiera contemplar la recién terminada fachada de la Catedral, impulsó la edificación de este palacio de planta cuadrada.

En su construcción colaboraron varios maestros canteros venidos de las obras catedralicias vinculados a Jaime Bort, autor del imafronte murciano. Su historia se inicia en torno a 1754 y es finalizada por el maestro Baltasar Canasto, que aporta la riqueza de los escudos, frontales, curvos y triangulares de la fachada, los detalles de los frisos, las decoraciones al fresco, etc.

 Se sitúa junto al lugar que ocupaba el antiguo Palacio-Alcázar que fue derribado para dar mayor vistosidad a la fachada de la Catedral. Se construye como un edificio de dos fachadas principales, un patio lateral de segundo orden y uno central con abundante decoración en torno al cual se distribuyen las crujías y la gran caja de la escalera, ricamente.

Está dividido en dos partes, el llamado Martillo del palacio, un espigón saliente construido antes de que se iniciara la construcción del cuerpo principal con el fin de tener un mirador sobre el Río Segura (el mirador del obispo) y el Paseo del Arenal o Glorieta.

El escudo que preside el balcón principal del palacio recuerda al Obispo Roja, bajo cuyo mandato se terminó la obra en el año 1.786.


Fuente: Servicio de Patrimonio Histórico