La mayor parte de la cerámica hallada en las excavaciones es de época ibérica. De ésta se documentan dos grandes grupos: la cerámica ibérica, la más numerosa, y la de importación, de la que sólo se hallaron unos pocos fragmentos. Hay grandes vasos, que servían para la despensa o el almacenamiento; urnas de tendencia globular, de las que hay de todo tipo de tamaños y que además de para guardar productor podía tener usos culinarios; se hallaron también numerosos fragmentos de ánforas para el almacenamiento y conservación de alimentos como el aceite o los cereales; hay otras piezas, relacionadas con el consumo del agua, como las cantimploras o los toneles.

También son numerosas las cerámicas relacionadas con la vajilla de mesa, como los platos de los que se documentaron un amplísimo repertorio y cuencos de fondo bastante amplio y borde exvasado. Menos númerosas, pero también relacionadas con la vajilla de mesa, hay ensaladeras, tazones, fuentes y tapaderas. En cuanto a las cerámicas de importación, el escaso número de fragmentos hallados testimonia el carácter secundario del poblado de Los Molinicos, muy alejado de las vías de comunicación. Aún así, se encontaron restos de un kantharos ático, un pequeño cuenco de cerámica ática y algún fragmento de figuras rojas. Por último, destacan dos morillos ritualess que aparecieron junto con algunas cerámicas ibéricas de imitación griega y otras piezas de importación.

Las piezas son rectangulares, han sido ensanchadas ligeramente en su base para facilitar su asiento; la parte superior de una de ellas fue trabajada mediante muescas creando una especia de almenas. En ambas superficies, la pieza ha sido decorada mediante incisiones geométricas. La cronología de estas piezas podía remontarse al siglo VI a.C.