Las edades del tamborista [Moratalla_Semana Santa]
Las edades del tamborista
Grupo de tamboristas [Moratalla_Semana Santa]
Grupo de tamboristas

La Fiesta del Tambor en la Semana Santa de Moratalla

Jueves Santo, Viernes Santo y Domingo de Resurrección, los moratalleros ocupan las calles del pueblo y hacen sonar sus tambores con un estruendo audible a varios kilómetros. Desde hace siglos tiene lugar esta manifestación que exige un gran esfuerzo físico por parte de los tamboristas.

Una fiesta de todos

Tal vez el rasgo más característico de la Fiesta del Tambor de Moratalla, y el más difícil de explicar, sea la semejanza en la variedad. Todo el mundo participa de la fiesta, aunque cada cual va libremente por su lado; cada tamborista elabora un toque de tambor personal que, al mismo tiempo, es perfectamente identificable con el toque moratallero.

Todos los tamboristas van vestidos con túnica y capirote, pero muy pocas indumentarias son exactamente iguales.

Todos los tambores responden a un tipo común totalmente artesanal, cuyos ingredientes son: madera, cuerdas, metal, pieles de cabra y oveja, seda..., pero cada uno presenta unas variedades que lo diferencian de los demás.

Todos suenan (y mucho), pero cada tambor con matices diferentes según el gusto de su dueño o la suerte que deparen las pieles.

Todo el mundo participa aquí de un sentimiento común de exaltación, que cada persona transforma en un algo diferente: pasión, rabia, religiosidad, alegría, fuerza, camaradería, individualismo, exhibicionismo, éxtasis...

La armonía de miles de tamboristas con sonidos distintos

Esta fiesta es un compendio de sentimientos contradictorios, que sin embargo confluyen armoniosamente en una sola emoción difícil de explicar a quien no la ha vivido nunca.

Año tras año, miles de visitantes se quedan perplejos atrapados en esta riada anárquica, multicolor y ensordecedora. Un auténtico caos sonoro que eleva vertiginosamente los niveles de adrenalina.

Cuando los sentidos se van acostumbrando, aparece un sinfín de matices que ordenan esa primera impresión. Es fácil integrarse, con o sin tambor, y descubrir que cada acción, por más azarosa que parezca, tiene un significado y un motivo.