El valle, el entorno del cortijo de Hondares de Abajo, está formado por margas del Eoceno inferior y calizas del Eoceno medio (56 a 41 millones de años). Fácilmente reconocibles por la presencia de nummulites, assilinas y alveolinas, que son macroforaminíferos bentónicos, vivían en el fondo, característicos de estas épocas. Se formaron en extensas plataformas carbonatadas marinas del antiguo mar de Tethis, donde en ocasiones estos organismos eran arrastrados por las corrientes y acumulados en grandes bancos. Aquí las rocas calizas eocenas no resaltan en el relieve, tienen poco espesor. Estas rocas se pueden ver también en la zona denominada Las Lomas, en lo alto de la charnela del pliegue de la Muela, y se continúan muy bien en el flanco sur pliegue, en los impresionantes cenajos de Somogil.

Un poco hacia el oeste del cortijo de Hondares de Abajo, el camino atraviesa el arroyo de Hondares, aquí llama mucho la atención unas arenas muy blancas, formadas principalmente por cuarzo, y sobre ellas un estrato de conglomerados. Es un lugar muy interesante para los geólogos, pues indica una regresión marina y una discontinuidad generalizada entre las calizas eocenas y las margas infrayacentes. Estas arenas y conglomerados no dicen que el mar se retiró de estos parajes y en su lugar se instalaron cursos fluviales que depositaron estas rocas detríticas. Las areniscas, a veces forman bellos nódulos diagenéticos, producidos por una cementación irregular originada por fibras radiadas de calcita, los nódulos resaltan por la fácil  erosión de las partículas no cementadas.

El recorrido continúa desde las arenas blancas, siguiendo el curso del arroyo, aguas abajo, por una senda en su margen derecha. Se pasa entre choperas y bancales abandonados con nogueras y mucha vegetación que dificulta el paso. En el trayecto podemos ver calizas nummulíticas incluidas en margas. Más adelante el arroyo se despeña por dos potentes estratos de rocas calizas, formando dos cascadas y pozas. Para llegar a estas cascadas hay que girar a la derecha y subir entre pinos, enseguida veremos una grieta, una gran diaclasa, a la que podemos incluso entrar. Es un buen ejemplo de cómo, poco a poco, la naturaleza va rompiendo las rocas va moldeando el paisaje, se trata de un gran bloque de calizas que se va inclinando y que terminará por desprenderse. El escarpe se salva con facilidad continuando el ascenso y  pasando por unos desprendimientos, después se llega a una senda ancha, hacia la izquierda llegamos por ella a la primera cascada. Continuando por la senda, cruzamos sobre la segunda cascada que no se ve, a no ser que nos asomemos al borde, eso sí, con precaución. La senda sigue y pasa por otra grieta, donde un gran bloque está atrancado en su cima. La senda enlaza con un camino, hacia la izquierda volveríamos al camino principal que nos lleva a Hondares de Abajo o Collado Quintero, hacia la derecha se llega hasta el cauce del río Hondares. Desde  éste camino se observan muy bien las dos cascadas. Estas cascadas se forman porque el arroyo Hondares ha encontrado en su cauce rocas duras que resisten la erosión del agua. Las cascadas van, muy lentamente, haciendo retroceder este salto, mediante una erosión remontante. Las rocas son de nuevo calizas blancas con intercalaciones de margas pero ya pertenecen al Paleoceno (entre 66 y 56 millones de años).