La ocupación de Las Enredaderas podría fecharse seguramente en un momento inicial o medio del Neolítico, en el que persiste el hábitat en cuevas, en las proximidades de recursos naturales de agua y de vías de comunicación.

El conjunto arqueológico de Las Enredaderas está formado por una serie de abrigos y cuevas. Los cuatro primeros, conocidos como Las Enredaderas I, II, III y IV, son abrigos de los cuales sólo en los tres primeros se han encontrado pinturas rupestres. Las dos últimas (Las Enredaderas V y VI) son cuevas.

De los cuatro abrigos conocidos en los tres primeros hay pinturas si bien Las Enredaderas IV no ha podido estudiarse aún porque se encuentra prácticamente colmatado. En estos tres abrigos hay un total 13 representaciones, pertenecientes al estilo esquemático, cinco barras, tres ídolos oculados, una asociación de ramiforme y esteliforme, un pectiniforme y restos de otras figuras entre las que destaca un cuadrúpedo que algunos investigadores han interpretado como un cérvido. En la segunda cueva (Enredaderas VI), la más amplia de todas y que esta formada por una serie de salas comunicadas entre si y que alcanzan los 100 metros de longitud, se encontraron algunos restos de pinturas, muy mal conservados, y que parecen representaciones humana.

Además de las pinturas, en esta cueva se halló una estructura cuadrangular en piedra con abundantes restos de carbones y ceniza, próxima a su entrada, que parece ser un hogar contemporáneo al uso de la cueva. Además a esta misma cueva pertenece un conjunto de cerámicas lisas, otras decoradas con incisiones, y algunos fragmentos de láminas de silex.