Cogiendo la carretera que sale de Cehegín en dirección este, nos adentramos a través de frutales, olivos y casas de campo hasta la conocida pedanía del Escobar,  un conjunto de casas de campo más o menos diseminadas.

Hay que tener en cuenta que si no fuera por la señalización privada que tiene el dueño de la Almazara-restaurante sería bastante complicado dar con esta vetusta construcción.

El mayor interés que podemos otorgar a la almazara a parte de su puesta en valor, restauración y consolidación son los útiles que conserva en sus paredes: cantaras metálicas, zafras, medias, varías prensas, etc..., y diversos utensilios son objetos de admirar, pero lo que más llama la atención son unas enormes tinajas fechadas en 1860.

No todos los utensilios que aparecen pertenecieron a la antigua almazara, algunos fueron comprados a otras cercanas como la Almazara de Burete.

Al igual que muchas de las almazaras de la Región, dejó de funcionar en los años 70. Posteriormente fue comprada por su anterior dueño hasta que hace unos años la compró el actual. Hace cinco años se puso en marcha siendo un éxito hasta el momento, ya que no es atractiva sólo por su gastronomía, sino también por el lugar, que nos devuelve a un mundo por la mayoría desconocido y que a través de las fotos, los objetos y las explicaciones de sus dueños, la gente es capaz, de una forma aproximada, de llegar a captar lo que fue pudo ser y albergar el antiguo edificio.