Aljibe en finca Lo Montanaro de Arriba[Jerónimo y Avileses]
Aljibe en finca Lo Montanaro de Arriba
Fachada del Antiguo Convento de Monjas en Jerónimo[Jerónimo y Avileses]
Fachada del Antiguo Convento de Monjas en Jerónimo

A pesar de la falta de datos históricos concretos que existen de pequeñas localidades como Jerónimo y Avileses, una historia común a muchos de los pueblos del Campo de Murcia nos puede dar pistas sobre su origen y momento de formación.

Ya en el siglo XIII, tras la reconquista del territorio murciano por las coronas cristianas y los primeros repartimientos de tierras, se conoce la existencia de caseríos o alquerías desperdigados por los campos existentes entre la huerta de la ciudad de Murcia y el litoral sur. Una geografía extensa dedicada a los cultivos de secano y al pasto del ganado y cuyos recursos hídricos se limitarían a pozos y aljibes, algunos de ellos perforados desde antiguo.

Algunos de estos caseríos podrían derivar, incluso, de villas romanas, siendo rehabilitados durante la dominación musulmana y vueltos a repoblar durante la reconquista. Los donadíos que la corona castellana realizaría tras los proyectos de repoblación, muchas veces con familias oriundas de Castilla y Aragón, darían nuevo nombre a estos caseríos. Sabemos, por ejemplo, que la familia Avilés tendría propiedades en Murcia en el siglo XIV, época en la que ya aparece el primer Avilés alcaide de Monteagudo y Regidor de Murcia, por lo que no sería de extrañar que el topónimo primigenio de esta pedanía tuviera en estos terratenientes su origen.

En el siglo XVIII observamos alguno de los nomenclátor con los que sería reconocida la pequeña aldea, repartida entre los caseríos de Lo Jerónimo, Avileses y Balsicas de Arriba. Y en 1797 se hace una estimación demográfica de Avileses  con un total de 268 habitantes.

No es hasta el siglo XIX cuando podemos observar la denominación conjunta de la villa como Jerónimo y Avileses, en un intento por aunar los parajes para facilitar su administración, contabilizando en 1809 entre los tres parajes 324 habitantes.

Y de esta época datan buena parte de las casas solariegas y restos de molinos harineros que se pueden divisar en la localidad, donde los cornisamientos con jaqueados en ladrillo y los ventanales enrejados bajo techos de cuatro vertientes nos indican la época de mayor esplendor de las fincas de cultivos de las inmediaciones del lugar.

La administración durante el Trienio Liberal, como ocurriría con la vecina Cañadas de San Pedro, estaría a cargo de Sucina. Pero a partir de 1834 el Concejo de Murcia recuperaría la administración de esta aldea cuya parroquia, sin embargo, seguiría aneja a la de Sucina.

La agricultura sería siempre la principal dedicación de su población, tradicionalmente con cultivos de secano que en el último tercio del XX se irían modificando a favor de los cultivos intensivos de hortaliza, al aire libre y bajo invernadero.