De las alquerías musulmanas a los reyes castellanos

   Ya en época musulmana debieron existir en el municipio de Alcantarilla un grupo de alquerías dispersas o, al menos, una pequeña aldea agrícola. No fue hasta el siglo XII cuando se puede hallar una referencia fiable que cite a la villa como 'Qantara Askaba', según palabras del geógrafo musulmán Al-Idrisí. Este personaje situó la población en la ruta a seguir para ir de Murcia a Almería, pasando después por Librilla o Alhama. El significado del nombre parece indicar "la que está junto al puente" o "la del puente pequeño", que bien podría ser un paso tanto del río Segura como del Sangonera (Guadalentín), cercano al área habitada y que le conferiría una posición estratégica.

   Su nombre actual parece provenir del apelativo que le dieron los cristianos, también en el siglo XII, de 'Alcantariella'. Esto produjo ciertas confusiones en torno a un documento de época de Alfonso X 'El Sabio', que otorgaba la villa a la orden de Alcántara, y que también podría ser el origen del nombre de la misma. Durante la Edad Media, la villa se convirtió en un señorío, cambiando con frecuencia de dueños. Tras un breve periodo durante el siglo XIII en el que el territorio pertenece a Ibn Hud, se produjo la Capitulación de Alcaraz en 1243, por la que toda el área pasó a depender de la Corona de Castilla. Alcantarilla perteneció en un principio al señor musulmán de La Arrixaca, aunque cuatro años después Alfonso X la entregó a su esposa, doña Violante.

    Posteriormente, en 1283, debido a las luchas por la sucesión al trono castellano, Alfonso X entregó Alcantarilla al Concejo de la ciudad de Murcia, a condición de que la población mudéjar de la villa pasara a ser cristiana. Pero, tras la muerte del Rey (1284), su hijo Sancho IV la confiscó cediéndola a su esposa, doña María de Molina, que sería la señora de la villa hasta su fallecimiento en 1321. Sólo cedió su poder en la villa entre 1296 y 1300, ya que fue dominada por los aragoneses tras la invasión de Jaime II a Murcia. Esta situación de constante cambio de dueños provocó un conflicto permanente entre éstos y el Concejo de la ciudad de Murcia, que pretendía obtener beneficios de Alcantarilla, haciendo oídos sordos a las frecuentes órdenes reales.

   Alcantarilla en poder del Obispado de Cartagena: el señorío eclesiástico

   En el siglo XIV Alcantarilla pasó a ser posesión del Cabildo de Cartagena. El Obispado había conquistado el Castillo de Lubrín (Almería), y fue canjeado por las villas de Alcantarilla, Alguazas y Monteagudo. La localidad pertenecía aún a la Reina y se puso la condición de que sólo a su muerte podría ejercer el Obispado de Cartagena su influencia sobre estas tierras. La reina murió en 1321. Comienza así el señorío eclesiástico, que llegaría hasta 1580, periodo durante el que serían constantes las disputas entre el Cabildo y el Concejo de Murcia en torno a la potestad sobre Alcantarilla. Estos problemas los demuestran las frecuentes cartas reales intercediendo en dicho conflicto hasta que en 1437, bajo el reinado de Juan II, la situación queda zanjada a favor del Obispado de Cartagena. Alcantarilla se mantenía definitivamente fuera de la influencia del Concejo de Murcia.

   Para mantener la capacidad de riego de la villa, ya que la mayoría de terrenos dependían de algaidones (pozos alimentados por las lluvias), la Iglesia decide construir una noria en la acequia de la Alquibla, que elevara el agua y facilitara su llegada a las tierras de cultivo. Dicha noria sería ampliada, no sin ciertas reticencias por parte del Concejo murciano, un siglo más tarde. Ya en 1456, obispo y Cabildo se reparten la jurisdicción de Alguazas y Alcantarilla, pasando esta última a poder del Cabildo y del deán Alfonso de Oña.