Situado al borde del Mediterraneo, el Castillo de San Juan es un conjunto castrense del siglo XVIII, con una larga historia, edificado sobre sucesivas torres de defensa de los siglos XV y XVI, formado por dos cuerpos muy bien diferenciados: la batería de San Pedro y el llamado Fuerte de San Juan. Ambos quedan unidos por un largo paso o camino al aire libre confeccionado sobre dos muros paralelos de contención, de trazado rectilíneo, que se desarrolla por la cumbrera del monte en que se enclava el conjunto.

Los puntos más elevados del conjunto dotan al paisaje de una inconfundible silueta característica por demás de las atalayas para la observación y defensa ante ataques enemigos. La ciudad se sitúa a los pies de la gran peña por la parte que no queda bañada por el mar, y en su intento de aproximación a la fortaleza sucumbre pronto ante lo escarpado del terreno.

El fuerte de San Juan conserva su volumen arquitectónico, deteriorado en remates de cubierta y fachadas, reducido a sólo lo que es obra de fábrica y maltratado por la erosión. Se desarrolla en dos plantas: una de sótano, respecto al acceso, en torno al volumen que ocupa el depósito de agua, y otra, la de acceso, que se organiza alrededor del patio. A la cubierta se accedía por una escalera de caracol, hoy desaparecida, y en ella se desarrollaban labores de defensa parapetadas por antepechos de remate formando adarves de los que quedan sólo restos.

Fuente: Servicio de Patrimonio Histórico