A principios del siglo XX el juego de la pelota era un deporte conocido por buena parte de los habitantes de Águilas y Lorca, no porque tuvieran un excesivo interés por seguir sus evoluciones, sino porque a los viandantes les llamaba la atención ver como en los descampados se reunían grupos de jóvenes para dar patadas a un esférico.

El fútbol llamó negativamente la atención de los sectores más conservadores por ser un deporte de contacto que podía ser muy peligroso para la integridad física de sus practicantes. A principios del siglo XX los deportes de contacto se consideraban como violentos. Aquellas personas que no tenían ningún tipo de conocimiento sobre el fútbol se escandalizaban por su peligrosidad, tanto por las precarias condiciones de los terrenos de juegos (que a veces estaban llenos de pequeñas piedras) como por las frecuentes caídas que se producían a consecuencia de agarrones, empujones, patadas o zancadillas.

La organización del reto

En 1901 se llevó a cabo el primer gran reto del fútbol regional. En este año el fútbol era aún un deporte desconocido en casi toda la región (incluyendo la ciudad de Murcia). Sin embargo, aguileños y lorquinos ya eran capaces de organizar una estructura deportiva y tras varios meses de entrenamientos convinieron medir sus fuerzas.

Cabe suponer que el partido fue pactado entre Juan Gray, fundador y alma mater del Águilas, y Manuel José Pelegrín Dunn, el introductor del fútbol en Lorca. Muy posiblemente se pactara un doble enfrentamiento, primero en Lorca y más tarde en la localidad aguileña. Consta que el segundo partido se jugó en Águilas a mediados de agosto de 1901, si bien se desconoce el día y el mes en el que se disputó el primer encuentro entre ambos clubes en Lorca.

El lenguaje de la época

La historia del fútbol murciano se inicia, por tanto, con este partido entre Lorca y Águilas celebrado en 1901 cuando el fútbol aún era un juego marginal. El deporte estaba plagado de anglicismos que a los nuevos aficionados les costaba mucho tiempo asimilar. Algunos de ellos como football (fútbol) o córner han llegado hasta nuestros días; otros anglicismos habituales en esta época como back (defensa), midfield (centrocampista), forward (delantero), referee (árbitro), match (partido), etc. se perdieron con el paso de los años.

A los campos de fútbol se les denominaba ''jugaderos'' y no cumplían las medidas reglamentarias. Los jugadores vestían llamativos uniformes de manga larga (en el caso del Águilas era un jersey de lana) y no llevaban números en la espalda, pues la numeración de las camisetas no apareció hasta varias décadas más tarde. Los jugadores calzaban botas de lona o militares, mientras que el balón tenía tendencia a romperse o a deformarse, lo que suponía un gran contratiempo, pues no solía haber más de una pelota. Los porteros nunca blocaban los balones, sino que se limitaban a despejarlos sin excesivos alardes, siendo, por tanto, fundamental la colocación ya que no se lanzaban al suelo por temor a lesionarse. Los equipos se alineaban siguiendo la misma disposición que los jugadores de un futbolín: es decir, un portero, dos defensas, tres centrocampistas y cinco delanteros.