Piano [Abarán_Joaquín Juliá]
Piano
Teatro Cervantes [Abarán_Joaquín Juliá]
Teatro Cervantes

    Joaquín Juliá 'Ghandi'. Abarán, 1923-1952.

    Primeras pinceladas

    Joaquín Juliá, popularmente conocido como 'Ghandi', nace durante 1923 en la abaranera calle de San Damián.

    Creció el genial pintor en el seno de una familia humilde, integrada por el matrimonio de José y Pura, y por sus dos hermanos menores: Joaquín, apodado 'Charles', y Coriñe. El padre, chofer de profesión, trasmitió a sus hijos su pasión por la tauromaquia, afición que posteriormente Joaquín plasmaría en algunos de sus cuadros, realizando un magnífico retrato del legendario Manolete, catalogado como una de sus mejores obras.

    En su etapa de colegial, Joaquín Juliá apunta ya aptitudes para la pintura, manejando con gracia y maestría el lápiz, garabateando dibujos que suscitan la admiración de alumnos y profesores.

    La coyuntura económica familiar privó al joven Juliá de cursar estudios de bachillerato. Pero el espíritu del genio persigue satisfacer sus inquietudes, por lo que Joaquín aprende, de manera autodidacta, a pintar y a tocar el piano.

    Es entonces, cuando el joven 'Ghandi', comienza a frecuentar el Teatro Cervantes, donde forja verdaderas amistades, a las que conquista con su gracia y talento. En este teatro, sorprende a todos con sus dotes innatas para las artes, tocando el piano para sus amigos, sin haber recibido lección alguna de solfeo.

    Teatro Cervantes: escenario de su ingenio

    El Teatro Cervantes, tan querido por Joaquín Juliá, es la escena donde tienen lugar sus primeras incursiones en la pintura. En este centro, el joven 'Ghandi' pinta carteleras de cine sobre lienzos, retratando con asombroso realismo los rostros de los actores que intervenían en los filmes. Las imágenes se colgaban de plazas y balcones de Abarán, anunciando a sus vecinos la inminencia de la próxima proyección cinematográfica. En esta labor Juliá estará siempre acompañado de su gran amigo Antoñico del Cine, responsable del cariñoso apelativo de 'Ghandi', cuyo origen radica en el parecido de Joaquín Juliá con el líder pacifista indio.

    Aún se conservan en el Teatro Cervantes, las pinturas de los rostros de Ricardo Mayurat y de Joan Crawford, de las que sus conciudadanos decían: 'se salen del cartel'.

    Fascinado por la pintura y obstinado en conocer y aprender sus directrices, Juliá fue formándose en este arte de manera autodidacta, empapándose de los conocimientos pictóricos del pintor blanqueño D. Carlos González, a quien le ligaba una estrecha amistad y cuyo estudio frecuentaba.

    Completa su formación autodidacta con sus viajes a la capital para visitar el Museo del Prado, donde permanece largas jornadas admirando sus obras y tomando apuntes.

    Cada vez pasa más tiempo en su estudio de la calle de San Cosme, en casa de su abuela, donde Juliá experimenta afanosamente con técnicas y colores, con formas y perspectivas, aplicando las nociones adquiridas en el Museo del Prado a sus bocetos y dibujos. Los paisajes de Abarán, el río, las flores, las frutas, las costumbres, los retratos y los bodegones, se descubren como los temas más recurrentes de su pintura.

    Últimas pinceladas

    De vez en cuando, Joaquín Juliá viajaba a Bilbao por motivos profesionales, visitando los Altos Hornos, con el fin de traer hojalata para los botes de conservas de su pueblo.

    Hombre elegante, alegre y generoso, no dudaba en regalar sus cuadros a todo aquel que se lo pidiese, por lo que parte de su producción pictórica se encuentra en ciudades como Murcia, Madrid, Bilbao y Barcelona.

    Pero Juliá no se limitó a la individualidad que le proporcionaba su estudio, sino que participó ilusionado en exposiciones de pintura regionales, como la organizada por el Ayuntamiento de Abarán en 1949, y en la que participó junto al pintor ciezano Jesús Carrillo. También tomó parte en concursos nacionales, consiguiendo algunos galardones, como el obtenido con uno de sus bodegones.

    Pero ya arrastraba el joven pintor la enfermedad que le acompañaría durante los últimos nueve años de su vida. Que supo llevar con dignidad y entereza, y que truncaría su prometedora carrera en la pintura, postrándolo en camas de diversos hospitales, siendo la última, la del madrileño Hospital Muñoz Calero, donde permaneció un tiempo bajo los atentos cuidados del doctor Blanco Soler.

    Pero Abarán, tierra natal y fuente de inspiración de 'Ghandi', era el lugar a donde regresaría para morir en 1952, a los 28 años de edad.