En los siglos posteriores a los 'Repartimientos del Rey Sabio', nuevos pobladores  fueron llegando y estableciéndose en torno a las siete torres y cinco ermitas que se erigieron en la zona. Con el tiempo, éstas han dado carácter unitario al mayor conjunto de huerta identificada como pueblo, pues la pedanía de Puente Tocinos fue la más extensa de la Huerta de Murcia.

  En los siglos XVI y XVII, Puente Tocinos carecía aún de entidad propia y su territorio estaba ocupado por diversos caseríos, conocidos con los nombres de los vecinos, de sus acequias o heredamientos. Así se desprenden nombres como Casas de Aroca, Puente del Moro, Casas de Velasco, Ermita de los Remedios, Lugar de Casillas, Lugar de Benetúcer, Lugar de la Condomina y Lugar de Caravija.

  Un documento del Cabildo de Murcia, con fecha del 21 de Enero de 1747, aclara que en esta época, la Huerta de Murcia contaba sólo con veinte diputaciones y que Puente Tocinos seguía englobado administrativamente con otros caseríos o lugares. Llano de Brujas, Raal, Aljada, Casillas y El Puente de los Tocinos estaban considerados como una sola diputación. Un acta capitular fechada el 11 de marzo de 1747, firmada por don Juan Hortador, menciona ya un agrupamiento poblacional bajo el nombre de Puente Tocinos: "la lista de los que ha importado el ensanche y pertiles que se ha hecho al puente que llaman de los Tocinos...", emplazado sobre la acequia de Benetúcer, y que actualmente pervive en el llamado Barrio del Secano.

  Las historias sobre el origen del nombre de Puente Tocinos

  El origen del nombre de esta pedanía se desprende del de un puente situado sobre la acequia de Benetúcer, y que se ha convertido a través de la Historia en un símbolo inequívoco del pueblo: el Puente de los Tocinos. Existen dos tesis diferentes sobre el origen de este nombre. Según Pedro Zamora, primer párroco de esta localidad, parece ser que en el puente sobre la acequia de Benetúcer, en el Barrio del Secano, se levantaban comercios de carne que, aprovechando que se encontraban fuera del radio municipal a efectos de pagos de arbitrios, vendían carne fresca de cerdo más barata que los carniceros de intramuros. De aquí tomó el nombre de Tocinos, resultando esta unión, Puente Tocinos. Esta teoría es considerada la más creíble.

  La segunda historia la cuenta Emilio Barba Pintado, joyero de la pedanía, que la escuchó de boca de sus padres. Según su teoría, era costumbre de los mozos de la capital salir a rondar a las mozas huertanas, con las que se encontraban a deshoras en el puente del Barrio del Secano. Allí surgían disputas entre los diferentes grupos que, en ocasiones, se saldaban con derramamientos de sangre. Al día siguiente, la gente comentaba los sucesos acaecidos en el puente con frases como: "En el puente ha habido tocino". La existencia de este tipo de riñas entre jóvenes son recogidos por el escritor murciano José Frutos Baeza, que recuerda la prohibición de los llamados 'bailes de candil', ante los crímenes que desencadenaban.

  El nacimiento de Puente Tocinos con identidad propia

  Resulta curioso mencionar que el primer cura párroco de Puente Tocinos, Pedro Zamora, a pesar de conocer las historias sobre la denominación de Puente Tocinos, ensayó cambiarla cuando el pueblo comenzó a formarse en torno a la iglesia. El nombre que eligió fue el de Pueblo del Rosario y llegó a colocar lápidas y letreros, con el objeto de reafirmarlo. Pero Pedro Zamora no consiguió torcer la voluntad popular y en una división territorial realizada por el Conde de Floridablanca en 1785, ya se identifica a Puente Tocinos como una aldea de realengo con alcalde pedáneo, perteneciente al Ayuntamiento de Murcia.

  Puente Tocinos siguió edificándose con callejuelas, por las que desfilaban los mejores ganados de cabras de toda la Región de Murcia. Sus gentes vivían de la agricultura y de la crianza del gusano de seda, por lo que el paisaje circundante del pueblo estaba cuajado de frutales y plantaciones de moreras.

  Las siete torres de Puente Tocinos

  Las familias de abolengo, que se fueron instalando en el pueblo, erigieron sus caserones o casas-torre en la huerta, hitos inconfundibles de la posición nobiliaria o económica de sus moradores. En la huerta de Puente Tocinos se levantaron siete de estas torres, convirtiéndose en la pedanía huertana con mayor número de casas de este tipo, en virtud de su gran extensión territorial y su privilegiada situación en las proximidades del núcleo capitalino, que la convertían en lugar de recreo para el señorío murciano.

  Estas siete torres eran: Buendía, Conde de Roche, Peñas, Los Mellizos, De la Manresa, Carmela y Torre de Aillón o del Reloj. Esta última es muy popular en Puente Tocinos, data del siglo XVIII y es de estilo barroco popular. Blasona su fachada principal un escudo heráldico labrado en piedra y coronado con una cruz de Calatrava. Está declarada Bien de Interés Cultural (BIC).