Programación 2019


    Las Fiestas de la de la Santísima y Vera Cruz, y los Moros y Cristianos declaradas de Interés Turístico Regional desde 1986, se celebran entre la última semana de abril y la primera semana del mes de mayo, en honor de la Santísima Cruz, Patrona de Abanilla.

    Se trata de unas fechas en las que toda la localidad sale a la calle para venerar a la Santa Cruz, y para disfrutar de los coloridos desfiles de Moros y Cristianos, de gran arraigo en esta localidad.

    Los días más señalados de las Fiestas de la Stma. y Vera Cruz de Abanilla son el 1 de mayo, con el Desfile de Moros y Cristianos, y el 3 de mayo, día en que se lleva La Cruz en Romería a la Ermita de Mahoya.

    Celebración: del 23 de abril al 8 de mayo

    Declaradas de Interés Turístico Regional


    Una historia remota

    Las fiestas de la Stma. y Vera Cruz de Abanilla rememoran unos acontecimientos ocurridos en tiempos de la Reconquista. Los Reinos de Castilla y Aragón, que habían emprendido la lucha contra los musulmanes que ocupaban la península, acabaron encontrándose y enfrentados. Surgen unas fronteras inestables, con continuas escaramuzas bélicas.

    En el Levante medieval, las razzias de los berberiscos, las escaramuzas entre tropas, y la lucha entre distintas creencias, crearon un ambiente propicio para los milagros y las leyendas.

    Aragón y Castilla

    Diego Fajardo ocupó en 1434 en nombre del rey de Aragón el Castillo de Abanilla.

    Treinta años después Pedro Girón, maestre de la Orden de Calatrava, con ayuda del rey Enrique IV( hermano y antecesor de Isabel la Católica en el trono castellano) le arrebató la plaza. A partir de esta ocupación Abanilla quedó bajo la total jurisdicción de la Orden, que transformó la mezquita en iglesia gótica.

    La Fiesta de la Santa Cruz, tiene su origen en estos acontecimientos, cuando el Rey de La Corona de Aragón Pedro IV tuvo que emprender la retirada y regresar a Aragón, tras ser derrotado por el Rey de Castilla en la batalla de la Matanza.

    Pedro IV El Ceremonioso, según crónica de la época, entró en el término de Abanilla en su huida, acampando en la huerta para avituallarse. La tropa de miles de hombres se extendió por el curso de la rambla del Chícamo.

    La primitiva Cofradía de la Santa-Vera Cruz 

    Según cuenta la tradición, en un huerto en Mahoya junto a la acequia, unos soldados se dejaron olvidado un estuche de cuero, en cuyo interior había dos astillas de madera en forma de cruz. Al parecer el relicario pertenecía al arzobispo de Zaragoza, que solía acompañar a Pedro IV en sus campañas.

    La cruz, encontrada por unos labradores, fue entregada al cura de Abanilla, que la colocó en al altar mayor de donde desapareció hasta dos veces. Al parecer, volvía siempre al mismo sitio de su aparición, entre un haz de luz. Convencidos del carácter simbólico de tal hecho, los aldeanos edificaron una pequeña ermita en el lugar. De esa manera quedó constituida la Hermandad de la Santa Cruz.

    Existen documentos que prueban la existencia de la Cofradía de la Santa-Vera Cruz  ya en el 1564. Un libro presentado por el mayordomo a la Orden de Calatrava constituye el acta más antigua de la Hermandad. El resto de los documentos se perdieron junto con la Cruz original durante la Guerra Civil. El Lignum Crucis actual es de 1939 y fue enviado desde Roma por Su Santidad el Papa Pío XII.

    Moros y Cristianos

    A mediados del siglo XVII, las denominadas Fiestas de Moros y Cristianos fueron agregándose a las patronales. Las gentes del pueblo, divididas en dos bandos y vestidas de soldadesca o al modo musulmán, realizaban tácticas militares y un simulacro de batalla.

    Los teatros itinerantes del siglo XVI y XVII solían representar comedias de moros y cristianos, durante las fiestas de los pueblos. El espectáculo consistía en números de entretenimiento con danzas y la representación de una obrilla donde un moro se convertía al cristianismo. Esto contribuyó a extender la tradición de los moros y cristianos por los pueblos.

    Tradiciones desaparecidas de las fiestas

    En el transcurrir de los años, la fiesta ha ido evolucionando y algunas tradiciones se han perdido. Esto ocurrió con la Batalla de Santa Ana que se desarrollaba al pie del castillo el día de la romería, el 3 de Mayo.

    Hoy en día no se celebra el simulacro de la batalla, en cambio unas salvas disparadas al paso de la romería por el lugar, recuerdan esta tradición.

    Según recuerdan los ancianos, y quedó registrado en un episodio del NODO de 1947, la batalla consistía en que los moros se llevaban la Cruz de Mahoya y los cristianos la recuperaban entre disparos de arcabuces.

    Podrían estar rememorando hechos relacionados con una invasión del territorio de Abanilla, en la razzia de 1420. En ella los mudéjares de Abanilla, junto a los invasores, pudieran haber robado la Cruz del santuario de la huerta. La Cruz sería recuperada posteriormente por los vecinos del lugar, en una lucha junto al castillo de Santa Ana en Mahoya.

    Los capitanes y los pajes

    En el siglo XVI la soldadesca, formada por capitanes, pajes y arcabuceros, se integraron de manera activa en la festividad. Aparece documentado en el informe de las Hermandades y Cofradías de 1770.

    Los Capitanes tienen su origen en el reinado de Felipe II (Siglo XVI). El uniforme usado es el de los Tercios de Flandes, característico por la banda puesta en diagonal a modo de bandolera, y el sombrero con media ala doblada hacia arriba. La bandera que portan es la de San Andrés, que en 1572 simbolizaba a la madre patria.

    Su papel en la fiesta consiste en un homenaje a la patrona, haciendo girar la bandera según un orden establecido, mientras suena en los clarines "El Ataque". Tanto el rodaje de la bandera como las salvas de arcabucería constituyen una rendición de honores ante las autoridades y los Santos Patronos, conforme a la tradición.

    Los Pajes juegan un papel  fundamental en la fiesta. Su misión consiste en indicar al Capitán cada uno de los veintitrés puntos del itinerario donde debe realizar una salva de arcabucería. Tras la indicación, el paje da un giro y realiza una graciosa reverencia, que hace las delicias del embelesado público.

    La figura del paje, escudero o asistente, está estrechamente vinculado a la milicia desde la Alta Edad Media. Los pajes acompañaban a los señores de las plazas de realengo, también hacían de criados de los capitanes, guardando los objetos valiosos de su amo.

    En las fiestas, los pajes son niños vestidos con faldas almidonadas y tirabuzones, como si de niñas se tratara. La explicación pudiera estar en la prohibición que existió de incluir al sexo femenino en las representaciones de los Autos Sacramentales.

    La fiesta en la actualidad

    Aunque la fiesta se ha preservado fiel y prácticamente intacta en sus tradiciones, recientemente en el año 2000, la Hermandad realizó algunas ordenanzas para normalizar, sobre todo, el uso de la pólvora. Se realizó por ejemplo, el Reglamento del uso de armas de avancarga (trabucos y arcabuces).

    Para premiar la constancia de un pueblo y celebrar su vistosidad, la Consejería de Turismo y Ordenación del Territorio de la Comunidad Autónoma de Murcia declaró las fiestas de Interés Turístico Regional, en enero del 2004.