Fachada del Palacio del Concejo de Jumilla
Fachada del Palacio del Concejo de Jumilla
Fachada de la Iglesia del Salvador de Jumilla [Iglesia de el Salvador de Jumilla]
Fachada de la Iglesia del Salvador de Jumilla


   El desarrollo del Marquesado de Villena

   El marqués de Villena se comprometió con el Concejo de Jumilla a guardar los privilegios de la villa: independencia para las decisiones del Concejo; otorgar a los habitantes de Jumilla los mismos privilegios que al resto del marquesado; respetar la escribanía y los términos de la villa; no tener que proporcionar nada el Concejo al alcaide del Castillo; y gestionar ante el monarca los privilegios en lo relacionado a la recaudación de impuestos de los que gozaba Jumilla.

   A pesar de los privilegios otorgados al Concejo, el marqués se guardó la decisión de poder elegir a los oficiales del Concejo para tener un mayor control sobre la forma de gobierno en la ciudad. De todas formas, estas elecciones se realizaban buscando un equilibrio entre el marqués y los habitantes más importantes de la Jumilla.

  Otro de los privilegios que tenía el marqués era el de poder intervenir en cualquier tema político. Mediante mandatos específicos de obligado cumplimiento el señor entró en la política agraria, social y financiera de Jumilla.

   Los siglos XVII y XVIII

   Gracias a los marqueses de Villena, la gran crisis de los siglos XVII y XVIII se superó con cierta facilidad. A esto también contribuyó el apoyo de Jumilla al Borbón Felipe V en la Guerra de Sucesión por el trono de España, tras la muerte de Carlos II.

  Esta ayuda se vio recompensada durante el siglo XVIII. En los siglos XVII y XVIII nacieron en Jumilla dos ilustres vecinos de la villa: Juan Lozano y Lozano, arzobispo de la diócesis de Palermo y virrey del reino de Nápoles; y Juan Lozano y Santa, historiador y traductor que sería canónigo de Sigüenza y Murcia.

   El poder de la casa de Villena sobre Jumilla concluyó con la abolición de los señoríos en el siglo XIX. De 1806 nos queda un escrito, que puede resumir el Gobierno del marquesado: "que los designios y conatos de mi parte han sido llenar la intención de las leyes, nombrar sujetos que administren justicia con indiferencia y que desempeñen las estrechas obligaciones de sus empleos... En los mismos pueblos realengos se ven intrigas, parcialidades, ambición de mando y otras debilidades y flaquezas, que no se destierran con facilidad".