Invernaderos, mar de plástico [Cehegín_Canara]
Invernaderos, mar de plástico
Canteras de la pedanía de Canara [Cehegín_Canara]
Canteras de la pedanía de Canara


  De la Guerra de la Independencia a la Desamortización

  Los nuevos tiempos del siglo XIX implicaron sobresaltos bélicos en la zona, debidos a la Guerra de Independencia. En el caso de la villa de Cehegín y su pedanía de Canara supuso el saqueo, que incluyó el Santuario de la Virgen de la Peña, por las tropas napoleónicas en su huida desde Andalucía. Tras los desastres de la guerra, la zona conoció una época de prosperidad debida a factores diversos. Uno de ellos fue que tras cinco siglos de dominación, el municipio se sacudió el yugo de los impuestos de la Orden de Santiago en 1847, gracias a las leyes de desamortización de los bienes de la Iglesia, que pasaron a la administración general del Estado y, a través de ésta, a los municipios.

  En consecuencia, el sector agrario experimentó un gran crecimiento en la producción con notables repercusiones económicas. De ese modo, surgió en la zona una pujante industria alpargatera y cordelera, debido al cultivo intensivo del esparto y, sobre todo, del cáñamo. Hacia 1857 vivían en la pedanía 322 almas, distribuidas según datos de 1866 en 66 casas de las cuales, 8 tenían un piso sobre planta baja, 54 poseían dos alturas o plantas y sólo 3 alcanzaban los tres pisos.

  La industria minera experimentó cierto auge, convirtiéndose el municipio en uno de los más destacados productores de mineral de hierro, pirita y otros. El paraje de La Pilá de Canara, fundado en el año 1898, debe su nombre a estas actividades mineras, ya que allí se llevaban los materiales extraídos por medio de bestias de carga, realizándose grandes pilas de mineral de hierro para luego, ser transportadas en carros a la estación de ferrocarril de Calasparra. También se asistió a una importante mejora de las infraestructuras con la construcción de diversos puentes sobre el río Argos, que mejoraron la comunicación con Caravaca y Canara, y sobre el Quípar, que efectuaron lo propio con el resto de pedanías. Dichos puentes, con las debidas adaptaciones a los cambios en la circulación, se siguen utilizando en la actualidad.

  Riqueza económica en el siglo XX

  El municipio, en los inicios del siglo pasado, se había convertido en uno de los principales núcleos de producción de hierro. Pero esta época de bonanza económica tuvo un brusco fin con la crisis económica de 1929, ya que los compradores tradicionales de dicho mineral ferruginoso estaban en bancarrota. A esto se añadieron las prácticas desleales de la industria algodonera, inundando el mercado de cuerdas y tejido industrial con un precio muy por debajo de los costes, y el posterior desarrollo de las fibras sintéticas. Todo esto contribuyó a la desaparición de la potente industria del cáñamo en la zona.

  La elaboración del esparto continuó en niveles mínimos y dedicados al sector de la artesanía, circunstancia corroborada con los niveles de población, que en la época de mayor desarrollo económico (de los primeros años veinte hasta la Guerra Civil, ocasión en la que también fue saqueado el Santuario de la Virgen de la Peña) eran casi el doble de los actuales en todo el término municipal.

  Los años de la posguerra también fueron duros para el municipio y sus pedanías, pero la economía fue recuperándose muy lentamente gracias a los cultivos de frutales (que vinieron a sustituir al cáñamo), albaricoques y melocotones sobre todo. También contribuyeron a ello las subsiguientes industrias conserveras, gran fuente de riqueza para la población desde los años sesenta hasta la actualidad.

  La importancia de la emigración

  Es necesario añadir que el término municipal ha sido tierra de emigración hasta finales del siglo XX. A parte de los lugares habituales en Europa (Alemania, Francia y Suiza), los nativos del lugar se establecieron mayoritariamente en Cataluña, especialmente en la zona del Maresme. Allí contribuyeron al desarrollo económico desde los tiempos de la Exposición Universal de Barcelona, pero algunos volvieron y con sus ahorros establecieron industrias y negocios, como puede verse en los invernaderos de Canara.